Jesús Manuel Ramos
Coordinador de la Dimensión Familia de la Conferencia Episcopal Mexicana

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Decía mi madre que ciertas indicaciones “me entraban por un oído y salían por el otro”. Y ciertamente, me parece que en algunas ocasiones, tengo la habilidad de no pasar por el cerebro el sonido recibido por el oído. ¿Te ha pasado? Esto sucedía a menudo cuando las indicaciones recibidas no eran de mi conveniencia, y muy pronto olvidaba lo que me habían dicho… si es que lograba pescar algo. Aún ahora puede sucederme que esté tan envuelto en mis pensamientos, que lo que mi esposa me diga, no lo reciba mi cerebro. Parece que a lo que escuchamos, le podemos poner filtros como la actitud, la intención, o las expectativas, antes de que el mensaje pueda ser procesado adecuadamente.



A Goethe se le atribuye la frase “Hablar es una necesidad, escuchar es un arte”. Y es que escuchar es un concepto con muchos matices, quizá más de los que imaginamos. Cuando hablamos de diálogo por ejemplo, casi siempre pensamos en hablar, en expresar nuestras ideas y compartir nuestros puntos de vista. Muy pocas veces imaginamos nuestro rol en el diálogo como quien escucha; parece que nuestra necesidad de ser escuchados supera la importancia de saber escuchar, y de ese modo, el diálogo se ha convertido en un intercambio de monólogos, durante el cual, mientras una persona habla, la otra está pensando en lo que va a decir, sin prestar atención a lo que le están diciendo, o bien, tomando de lo que escucha elementos solo para preparar respuestas.

Llamaré “escucha consciente” a la escucha atenta, con la actitud correcta, respetuosa y que valora la importancia de recibir el mensaje y prestar atención a los detalles sutiles. Este tipo de escucha, facilita el entendimiento de las situaciones y reacciones de los demás. En relación a ello, puedo apuntar que como sociedad, y como familia, nuestra capacidad de escuchar de esta forma parece ir peligrosamente a la baja. Califico la situación de peligrosa, pues la escucha consciente genera entendimiento, y el entendimiento resuelve los conflictos. Cuando no logramos entendernos, los conflictos no se resuelven de forma cordial y entonces damos paso a dolorosas consecuencias. Lo anterior aplica en todos los aspectos humanos, desde la relación entre gobierno y pueblo, hasta la relación entre padres e hijos, pasando por la relación entre novios o cónyuges.

Man With Older Man

Si hablamos de escuchar, me gustaría hacerte reflexionar un poco preguntándote: ¿A quién realmente escuchas? ¿A quién le destinas tiempo y espacio para escucharle? ¿Te preparas para escuchar con detenimiento y atención a cada miembro de tu familia? Puedo extender el contexto a tu vida espiritual, recordando que en el libro del Deuteronomio, encontraremos uno de los mensajes más importantes dirigidos al pueblo de Dios, iniciando con la exclamación, “Escucha Israel” (“Shemá Israel”), Dt  6, 1-6, ¿Le prestas toda tu atención a lo que Dios quiere decirte? ¿Cómo le escuchas?

Saber escuchar no es algo fácil, pues exige dominio de uno mismo y requiere de atención, comprensión y esfuerzo por captar el mensaje de la otra persona; implica adentrarnos en sus intereses y su marco de referencia. Recordemos que todos necesitamos ser escuchados, por lo que una escucha atenta y consciente de tu parte, puede ser un gran servicio que ofrezcas a los demás, y en particular a tus seres queridos. Muchas veces la tormenta que se vive en el interior de una persona, se va calmando y permite que su corazón encuentre reposo y aliento, cuando alguien le presta oídos que le escuchen sin juzgar y con verdadero interés.

Todos podemos emprender el camino hacia una mejor escucha, no importa la edad ni la situación personal. Ese camino pasa por actitudes corporales y actitudes mentales, que incluyen escuchar empáticamente, es decir, no sólo con los oídos sino también con el corazón. No necesitas estar de acuerdo con una persona, pero si podrás imaginar cómo se siente y entender sus motivaciones. Te comparto una palabra que he descubierto personalmente como llave para escuchar mejor, es “¡Cuéntame!”, te invito a usarla.