“¿Existe el trabajo decente?”. Párate un segundo y piensa qué es para ti trabajo decente: quizás un horario flexible que te permita compaginar tu vida personal, social y familiar con tu jornada laboral; quizás unas condiciones laborales que no pongan en peligro tu salud, o quizás un salario que te permita vivir sin preocuparte por llegar a fin de mes, o rezando para que no haya vuelto a subir la luz. Piensa ahora en tu trabajo, o en el de aquellas personas que tienes cerca, y responde a la pregunta: “¿existe el trabajo decente?”.
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Desde ITD (Iglesia por el Trabajo Decente) llevan luchando y reivindicando estas condiciones dignas cerca de 10 años. ITD surgen en 2014, cuando Cáritas, Justicia y Paz, CONFER (Conferencia Española de Religiosos), HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica), JEC (Juventud Estudiante Católica) y JOC (Juventud Obrera Cristiana) deciden abordar conjuntamente el tema del trabajo y luchar por defender que este es el medio imprescindible para el reconocimiento de la sagrada dignidad de las personas, y no puede esclavizar a aquellas personas que lo ejercen, sino ser un medio donde “el hombre es un creador, es capaz de crear” (Papa Francisco, homilía en santa Marta, 1 de mayo de 2020).
Jornada Mundial por el Trabajo Decente
Unidos a esta iniciativa, cientos de personas salieron a la calle el pasado 7 de octubre a reivindicar que ‘Un Trabajo Decente tiene que ser un Trabajo Saludable’, con motivo de la Jornada Mundial por el Trabajo Decente.
Con este lema, desde ITD pretenden recordar a la sociedad la situación de precariedad y vulnerabilidad a la que se ven sometidas miles de personas en nuestro país, y, a través de su manifiesto y nota de prensa, centran la atención en la salud mental, y en cómo la falta de unas condiciones dignas en el trabajo afecta a la salud de las personas (de manera tanto física como psicológica).
Por resaltar algunos datos de los que aparecen en la nota de prensa, desde enero hasta julio de este año, según fuentes del Ministerio de Trabajo y Economía Social, 399 personas trabajadoras han muerto en su puesto de trabajo.
¿Y la juventud?
Tras leer todo esto, posiblemente os preguntéis qué tiene que ver esto con las personas jóvenes (eje central de este blog). Pues bien, si leemos el último observatorio de emancipación que publicó el CJE (Consejo de la Juventud de España), vemos que “para pagar un alquiler en solitario, una persona joven trabajadora tendría que dedicar el 83,7% de su sueldo. Eso, sumado a los 141 euros de media que cuestan los suministros y servicios de una vivienda (como los recibos de agua, luz, gas, etc.), supondrían 1.053 euros al mes, el 96,6% del salario mínimo interprofesional”.
Viendo estos datos, todas las premisas previas relacionadas con la estabilidad laboral, la preocupación por llegar a fin de mes, la conciliación laboral con la realidad familiar y social… desaparecen por completo, pues la vida de estas personas jóvenes se convierte en una lucha constante por trabajar para poder vivir (y no al contrario).