Cuidar y disculpar a la mente que falla


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Como médico, mi trabajo consiste en ayudar a integrar y convivir con las pérdidas y limitaciones que conllevan las enfermedades y el paso del tiempo. Aceptar que se tienen menos capacidades físicas y mentales, que cuesta más hacer las cosas, que cada día que pasa necesitamos más de los otros, que nos resultan costosas tareas que antes hacíamos con facilidad.



Así, hay que acostumbrarse a la disminución de las capacidades mentales y perdonarse los errores que por ello podamos cometer. Cuesta concentrarse, se olvida con facilidad lo leído o escuchado, podemos confundir los días y las citas, y eso genera frustración y enfado. Es un proceso que podemos enlentecer manteniendo la mente activa, pero no detener por completo. No existen medicamentos eficaces para aminorar los déficits mentales asociados a la edad, ni para tratar la forma más severa de éstos, la demencia, forma extrema de deterioro de las capacidades mentales.

Médico general

Actitud de comprensión

En este escenario, creo que es capital mantener hacia uno mismo una actitud de comprensión y benevolencia, la misma que aconsejamos a los familiares de los pacientes con demencia. No inquietarse demasiado, no hacer de un proceso fisiológico un drama, saber disculpar y disculparnos, no impacientarnos en exceso cuando la persona repite una y otra vez lo mismo, o cuando olvidamos lo que teníamos que hacer o nos presentamos en un lugar para una reunión que fue el día antes.

Todo ello se enmarca dentro de una estrategia positiva hacia la vida en general y hacia nosotros en particular: una alimentación sana que huye de obsesiones, “sacralizaciones” y exclusiones radicales; mantener una cierta higiene de sueño, dentro de los hábitos y características de cada cual; y mantener un objetivo en la vida, un sentido, que de forma necesaria entrañará una apertura al encuentro con los demás y a un servicio lo más desinteresado posible, junto con la evitación de conflictos innecesarios, si bien mantenemos con firmeza las propias convicciones.

Mirada abierta a la trascendencia

Todo ello junto con la escucha y mirada abierta hacia la trascendencia, hacia Dios, porque con ello conseguiremos nuestra liberación; lo formuló monseñor Romero en la víspera de su muerte martirial: “Una liberación … que mira ante todo a Dios, y solo de Dios deriva su esperanza y su fuerza”. También Arrupe lo había enunciado de forma parecida en el título de uno de sus libros: ‘En Él solo la esperanza. Recen por los enfermos y por quienes les cuidamos.