Es duro acercarse a los dolientes, pero contemplar su sufrimiento es rendirles respeto. El documental israelí ‘We Will Dance Again’ narra en hora y media la masacre de Supernova, el festival de música en el que los terroristas de Hamás atacaron a 3.500 jóvenes. Fueron secuestradas 44 personas, 364 asesinadas, hubo una cantidad ingente con heridas y traumas, y, desde entonces, se han ido sucediendo suicidios por el peso de lo sufrido.
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Hay múltiples imágenes de todo por los teléfonos de los jóvenes de la ‘rave’ y de los terroristas, así que el documental puede reconstruir los hechos con gran fidelidad, minuciosidad y muchos testimonios. Lo cuenta casi minuto a minuto.
“Somos soldados de Dios”, proclamaban los terroristas. “Veréis milagros muy pronto”, decían en relación a la matanza que iban a cometer. “Queremos transmitirlo en directo”, grababan. “Tardarán veinte millones de años en entender qué es lo que les pasó”, amenazaba otro, ebrio de horror.
Se formó un atasco sobre el que los terroristas descargaron sus ‘kalashnikovs’ coche a coche. Otros huían a campo abierto y se ve cómo eran cazados. Otros pretendieron esconderse bajo el escenario, en un bar, un refugio, pedían auxilio al mismo Dios en nombre del cual se les estaba matando.
Esperanza
Junto al desastre, muchas heroicidades. Ben, 24 años, se negó a dejar atrás a una joven madre con dificultades para correr. Le prometió que, aunque se rindiera, le sostendría de la mano hasta el final. Sobrevivieron.
Una joven que perdió amigos no quiere perder su memoria ni la esperanza. Pese a la mayor matanza de judíos tras el Holocausto, pese a la guerra, una chica piensa en la resurrección y espera: volveremos a danzar todos juntos de nuevo. Debemos defender la esperanza. Sin ella, no hay historia y no podemos mirar de frente al horror.
