JUEVES 1. Sobre la mesa, experimentos varios para no cerrar seminarios. Resistirse a aceptar lo menguante. Calcular los riesgos no es poco. Mejor aunar esfuerzos. Agrupar seminaristas. Pero aunando criterios. La fórmula interdiocesana. Todos bajo un mismo paraguas. Pero de verdad. Sostenida por todos. No con una sola batuta que marca ritmo y estilo.
VIERNES 2. El imaginario colectivo, una lápida eclesial. No pocas veces nosotros solos hacemos lo propio para endosarle más peso y que sea inamovible. “¿Que el obispo come hamburguesas?”. La pregunta ni es retórica ni de un niño. Pero refleja la distancia a la que se sitúa un tipo medio de una ciudad media de su obispo medio. Algo habrá que hacer. Más allá de que compartan un menú con patatas y refresco. Que no estaría de más.
SÁBADO 3. Tengo que apartar la mirada. Rechazo aquello que hace daño a la vista. Tres espaldas. De tres adolescentes migrantes en el Sinaí. Quemados con gotas de plástico hirviendo. Las mafias de la trata les someten a la tortura mientras hablan por teléfono con sus familias. Consiguen que paguen lo que sea con tal de no escuchar sus gritos. Las imágenes son la carta de presentación del padre Mussie Zerai, Premio Mundo Negro 2017. Se levanta para señalar de nuevo las espaldas. “Esto es un hombre”. Su dedo se mueve para apuntar un crucifijo que hay junto al escenario. “Aquí, un Ecce homo”. Fin de la catequesis.
DOMINGO 4. Misa de las familias. Lleno absoluto. Respuesta a la convocatoria. Hay inquietud. Solo hay que buscar la manera de conectar con el wifi de los padres de hoy. La contraseña no es sencilla. Tampoco imposible. Pero requiere darle unas cuantas vueltas y vuelven. No en las condiciones idílicas a priori, pero vuelven. A su casa.
LUNES 5. Nieva en Madrid. Segundo día consecutivo. No cuaja. Congela. Espejismo posnavideño. Como tantos.
MIÉRCOLES 7. Presentación de la campaña de Manos Unidas. Habla Juan Pablo, misionero riojano en Benín durante 21 años. “El país vive en paz… Porque no hay nada que rascar, no hay nada en el sustrato. Somos uno de los países más pobres del mundo, pero… ¡bendita pobreza!”. Si no tienes guita, no interesas ni para morir a tiros.