La erradicación de la esclavitud es de fecha reciente en la historia. Fue durante el siglo XIX cuando comenzaron los movimientos sociales a exigir condiciones para todos en libertad, pero la conmemoración internacional no se concretó hasta 1949.
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En realidad, desde que el mundo es mundo, y el hombre es hombre, la esclavitud ha estado allí, como una tentación recurrente. Las palabras y acciones asociadas son más comunes de lo que se podría creer; dominación, sometimiento, explotación, opresión, por nombrar algunas. Todas estas formas siguen presente, y aunque no se llamen especificamente esclavitud, nadie podría dudar que son de manera tan sútil, que hasta pasan inadvertidas y son casi indetectables.
¿Cómo y dónde somos esclavos?
Por mencionar algunos ejemplos; sometimiento a pueblos, sociedades enteras en manos de uno solo, o su partido oficial, sin alternativas de cambios, sin posibilidad de auténticas garantías democráticas, sin posibilidad de elegir, adornada con los mesianismos populistas, que mutan todos los días.
También, en la dominación tecnológica, no concibiendo está como herramienta sino como origen y funcionamiento de todo lo que nos rodea, a partir de una mentalidad materialista y funcionalista. Esclavos de la conexión, de los equipos, de las aplicaciones, de la virtualidad. Si no está en la red, no existe.
En la línea del materialismo, la dominación del consumo, de la valía, de lo cuantificable, que a primera vista no sería malo, todos necesitan cosas, pero no explotando a los demás para obtenerlas, pues la persona no es un objeto, ni una mercancía. La persona no vale por lo que tiene, ni por lo que hace, ni mucho menos por lo que produce.
La esclavitud a los afectos, a quedar bien, a ser popular, a ser influencers, a tener muchos likes, a tener seguidores, a que las métricas alimenten el ego, a convertir las relaciones humanas en un medio manipulable, para un fin absoluto del yo. La esclavitud en el trabajo sin condiciones mínimas; la explotación infantil; la mano de obra barata; la trata de personas; ejemplos que tienen un nivel mayor, que pisan en la criminalidad, pero que a pesar de esto, siguen allí, justificados por muchos, y aceptados por todos.
La libertad en Jesús
La pascua es un buen momento para reconocer la acción del acontecimiento de Jesús en la historia, el paso, el cambio, la apertura hacia un horizonte distinto. Un antiguo himno judío lo describe: “hoy esclavos bajo el poder del faraón, mañana libres, en el reino con el Señor”. Un mañana, en libertad, en la libertad siempre nueva, en la liberación del mal, del pecado, en la liberación de la opresión, en la liberación de la tiranía que tiene muchas formas. Libertad, que no consiste en hacer lo que se me antoje, sino hacerlo desde la responsabilidad, desde lo que corresponde y cómo corresponde. Si, la libertad, no el libertinaje. La libertad en aquel que ama en libertad, que es libre porque ama, y que ama porque ha decidido que su reino sea de amor y libertad. Si, hoy somos esclavos, pero mañana (en el domingo de pascua) seremos libres.
Por Rixio Gerardo Portillo Ríos. Profesor e investigador en la Universidad de Monterrey.