¿De qué se extraña Pablo Iglesias?


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José Lorenzo, redactor jefe de Vida NuevaJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Resulta poco decoroso para un profesor de Políticas desconocer que el discurso del Papa no es otra cosa que Doctrina Social de la Iglesia…”

 

Dicen que es un populista, un demagogo que vende humo aprovechándose de una indignación a la que se le está subiendo la ira a los ojos. Pero no se le puede negar a Pablo Iglesias el fino olfato de un cazatendencias de la política y la sociología más emergente. De ahí que, mientras otros correligionarios se ausentaron para no escuchar el “sermón”, él se haya quedado pasmado con el discurso que Francisco leyó a los eurodiputados en su reciente visita a Estrasburgo. Sería “un honor”, dijo, mantener una entrevista con Bergoglio.

Hay un punto candoroso en esa confesión. Es el de un hombre que milita en una izquierda vaporosa, que coge de aquí y allá para añadir a la marmita en la que cuece su ideario, donde las religiones aún son productos que, cuando no adormecen, lanzan de cabeza a cruzadas, pero que de repente cae en la cuenta de que ese anciano de blanco al que siguen millones de fanáticos es capaz de decir verdades como puños. Y sin que se le contraigan ni el gesto ni los anatemas.

Esta joven promesa de la política, brillante como parece, es sin embargo una constatación más de que la enseñanza religiosa en la escuela pública hace aguas por sí sola sin necesidad de que nadie venga a derogarla. Aunque él siempre puede aducir que se apuntó a la alternativa, resulta poco decoroso para un profesor de Políticas desconocer que el discurso del Papa no es otra cosa que Doctrina Social de la Iglesia (DSI), esa exudación del Evangelio que empezó a sistematizar León XIII y que invita al ser humano a descubrirse como ser trascendente, dotado de una dignidad inviolable, a pesar de que ha sido pateada por regímenes de todo signo y color, también en nuestros días.

Si se ha quedado maravillado con Begoglio, Iglesias hubiera directamente flipado hace unas semanas en el encuentro de delegados de Pastoral Obrera en Madrid. Tampoco estos son unos enardecidos comunistas, como piensan algunos del Papa. Lo suyo no es LSD, sino DSI. Pero si extraña este desconocimiento del líder de Podemos, más extraña que esta misma doctrina social sea directamente orillada por quienes presumen de haberla mamado, esos que acompañan su condición de demócratas con el apellido de cristianos, menos entusiastas con el Bergoglio de Estrasburgo.

En el nº 2.920 de Vida Nueva

 

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