Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿De Verona vendrá la paz?


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El abrazo

El motivo principal que marcó la visita pastoral del papa Francisco a la ciudad italiana de Verona fue el foro ‘Arena de la Paz – Justicia y Paz se besarán’ organizado por una red de entidades sociales de muy amplio espectro. El anfiteatro de la ciudad en la que Shakespeare imaginó el romance y la tragedia de Romeo y Julieta acogió un acto lleno de testimonio de trabajo por la paz desde diferentes sectores y niveles de compromiso que van desde la economía al desarme. A los testimonios locales se unieron voces de redes de apoyo de madres palestinas e israelíes que trabajan juntas e incluso el abrazo de dos emprendedores, un israelí y un palestino, que, presentes en la Arena, ejemplificaron el empeño por la paz en quienes conocen bien de cerca las consecuencias de la guerra.



El abrazo de Maoz y Aziz, dos empresarios de Israel y Palestina respectivamente, cuyas familias han sido destrozadas por la guerra, fundido con el del papa Francisco dejó su impacto más allá de las 12.500 personas presentes en el anfiteatro veronés. “Nuestro dolor nos ha acercado para crear un futuro mejor”, dijeron en su intervención que era una pregunta al pontífice. La respuesta del Papa fue el silencio, “esto no es sólo coraje y testimonio de querer la paz, sino también un proyecto de futuro”, añadió en medio de una ovación en la que no faltaron lágrimas de emoción.

“Papa Francisco, me llamo Maoz Inon, soy de Israel y mis padres fueron asesinados por Hamás… Papa Francisco, me llamo Aziz Sarah, soy de Palestina y esta guerra, los soldados israelíes me arrancaron a mi hermano”, dijeron en su presentación en la que representaban el trabajo de la mesa de economía de este foro. “Nuestro dolor, nuestro sufrimiento nos ha unido para crear un futuro mejor”, confesaron mientras ratificaban que “no puede haber paz sin una economía de paz. Una economía que no mate. Una economía basada en la justicia. Y nos preguntamos: ¿cómo pueden los jóvenes ser empresarios de paz cuando los lugares de formación están a menudo influidos por el paradigma tecnocrático y la cultura del beneficio a cualquier precio?”.

“El sufrimiento de estos dos hermanos es el sufrimiento de dos pueblos”, acertó a decir un Francisco emocionado. “No se puede decir nada, no se puede decir nada…. Habéis tenido el coraje de abrazarse”, les dijo, “y esto no es sólo coraje y un testimonio de querer la paz, sino también un proyecto de futuro“. El abrazo como proyecto de futuro. Sin más.

La guerra

“¿ Para qué sirve la guerra?”, preguntó Francisco a los congregados en la Arena poco después de este gesto. “Por favor, dejadnos un pequeño espacio de silencio, para escuchar”. “Pensemos en los niños, en esta guerra, en las muchas guerras, ¿qué futuro tendrán?“, preguntó de nuevo al auditorio. Hablando de los niños ucranianos que ha recibido en el Vaticano porque han sido acogidos en Italia lamentó que estos “no saben sonreír”, que “con la guerra pierden la sonrisa”. “Pensamos en los ancianos”, añadió el pontífice, “que han trabajado toda su vida para sacar adelante a estos dos países y ahora una derrota”. “Una derrota histórica es una derrota para todos nosotros”, remarcó Jel pontífice. “Rezamos por la paz y decimos a estos dos hermanos que lleven a sus pueblos este deseo nuestro y la voluntad de trabajar por la paz”.

Más allá de los conflictos armados, en otro momento, ante una intervención de Andrea Riccardi el iniciador de la Comunidad de Sant’Egidio, el Papa denunció que “la ausencia de conflictos no significa que haya paz, sino que se ha dejado de vivir, de pensar, de gastarse por aquello en lo que se cree”. Para el pontífice los conflictos no se superan solos y al salir de ellos nos permiten avanzar, ser mejores… Ante la tentación de ignorar los conflictos y tensiones, advirtió que “el resultado final de esta forma de vivir los conflictos es aumentar la injusticia y generar reacciones de malestar y frustración, que pueden desembocar incluso en gestos violentos”. “Otra respuesta miope es intentar resolver las tensiones haciendo prevalecer uno de los polos, reduciendo la pluralidad de posiciones a una única perspectiva”, añadió, denunciado que es un suicido cultural.

Y el final del acto fue sublime, tras el testimonio de las mujeres israelíes y palestinas que luchan contracorriente por establecer corredores de ayuda, el Papa fue directo: “El mundo necesita mirar a las mujeres para encontrar la paz”. Francisco destacó que estas mujeres son “valientes constructoras de puentes entre israelíes y palestinos”, tejedores del diálogo en Tierra Santa que debe llegar a todos los organismos y líderes mundiales sin ideologías. “La paz se hace con los pies, las manos y los ojos de los pueblos implicados”, insistió. “No sembremos muerte, destrucción, miedo. Sembremos esperanza”, pidió a los presentes. “No os rindáis. No os desaniméis. No os convirtáis en espectadores de la llamada guerra así considerada ‘inevitable’. Como decía el obispo Tonino Bello: ¡Levantaos constructores de paz!”, concluyó.