El helicóptero sobrevuela una Roma confundida por el tañer de campanas. A bordo, un Papa anciano y cansado tras un revolucionario gesto de renuncia, que lo es de amor. No tenemos un Shakespeare que nos glose la magnitud de ese drama, de ese ser o no ser una Iglesia de esperanza.
Y dado que no podemos esperar mucho del cine católico, sea eso lo que sea, descartado Kubrick, que ya entró en la historia en helicóptero, Sorrentino ha perdido una oportunidad de oro para hacer un ‘The old Pope’ donde la realidad se comería las fantasiosas excentricidades de su Jude Law-Pío XIII. Wim Wenders debería orillar el documental sobre Francisco para cuando lo echemos de menos y recuperar la gesta del papa alemán, para recordar que renunció porque se sentía sin fuerzas para aguantar a los jabalíes que estaban devastando la viña.
Benedicto XVI se marchó con elegancia y delicadeza para dedicarse a rezar. Pero, a medida que ha ido creciendo la resistencia a Francisco, se le han ido acercando personajes que han tratado de arrimarlo a su causa. Ahora, estos reprochan al Papa reinante una homilía en Santa Marta porque, dicen, es un golpe bajo al Papa emérito. “Uno de los pasos que debe hacer un pastor es también prepararse para despedirse bien, no a la mitad”, comentó Francisco.
¿Exageran o es que Bergoglio solo retrata un mal común en tantos pastores que no saben hacerse a un lado? Sin ir muy lejos, podríamos encontrarnos casos así. ¿Tendrán finalmente razón los que pronosticaron estos males, dada la excesiva cercanía física entre ambos papas? Dicen que, precisamente, eso era lo que evitaría lo que está ocurriendo ahora. Tal vez quienes cuidan a Benedicto XVI debieran ayudarle a cumplir su voluntad y el objetivo que buscó con su histórica renuncia.