Una mujer pionera
En esta semana se conmemora el aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (Paris 10 de diciembre de 1948) . Un hito para la historia de la humanidad que fue posible gracias al compromiso de Eleonor Roosevelt quien tuvo el coraje de aceptar el reto de presidir la comisión encargada de redactar la Declaración y que, a pesar de las numerosas presiones que recibió a lo largo de su vida por posicionarse en favor de la paz y de la dignidad humanas, supo mantener su coherencia hasta el final.
El objetivo de este post no es tanto detenerse en cifras y datos acerca de las vulneraciones de los derechos humanos sino proponer una reflexión sobre los derechos humanos en torno a dos imágenes y un poema.
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De África a Haití en dos cuadros
Teresa López (Madrid 1958): Fronteras
La artista plástica Teresa López destaca por llevar a través de sus obras, el compromiso con comunidades de Benín y Senegal a través de la organización Afroyeyé en la que ella milita. Teresa es una artista que experimenta con materiales y texturas y a través de su serie denominada “Fronteras” denuncia las condiciones de opresión que empujan a tomar la decisión de emigrar. Ella pinta mapas de África distinguiendo aquellos territorios que están en conflicto de aquellos que no lo están. A los primeros los delimita con recortes de periódico en blanco y negro mientras que las fronteras de los segundos aparecen señaladas con papeles y texturas de colores. En los primeros aparecen figuras de personas emigrando. Mujeres, hombres, niñas y niños… y en el mar, pateras. En los segundos no aparece figura alguna. Ella, misma a la hora de explicar sus cuadros afirma que se inspiran en Africa: “En la pobreza y belleza que he visto allí y que dejan los que tienen que salir apresuradamente por guerras, sequías o hambrunas”.
Jaques Chery (Cap Haitien 128): “El árbol de la vida”
Jacques Chery (Cap Haitien 1928). Pintó en el año 1982 un mural para la organización alemana Misereor. El mural titulado el “árbol de la vida” sitúa al espectador ante varias escenas en las que se alternan los frutos de la comunidad y la solidaridad y los frutos del individualismo y la codicia. Lo interesante de este mural es que tanto en unas como en otras escenas aparecen personas que toman posturas a favor y en contra tanto de la acogida como de la explotación. En su obra también aparecen representados los que se cruzan de brazos, los que se divierten ante el dolor de los demás… y en todas las escenas, Jesús de Nazaret identificándose con los que comparten, con los que se implican en la ayuda a los demás, con los que son oprimidos. Un Cristo racializado. Un Cristo negro. En la parte superior izquierda del mural, como si fuera el frontispicio de un edificio aparece representada la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
El diálogo entre las dos obras permite hacerse a la idea la dimensión global de la opresión. La omnipresencia del dolor causado por estructuras y personas que ejercen violencia sobre pueblos empobrecidos, que someten a los vulnerables. Surge desde aquí el cuestionamiento al espectador y la pregunta de cómo nos posicionamos ante contextos de sufrimiento y opresión.
Como contraposición a la opresión se percibe también la esperanza en ambos cuadros. Los contornos coloridos en el cuadro de Teresa López. Los gestos de humanidad en el cuadro de Chery nos hablan de un horizonte de posibilidad que invita a tomar postura y que se asienta en la recuperación de lo comunitario y la práctica de la empatía y el cuidado.
Un poema para la urgencia
Federico Mayor Zaragoza (Barcelona, 1934) , ex secretario general de la UNESCO y presidente de la Fundación Cultura de Paz escribía el siguiente poema fechado el 1 de septiembre de 2012 en Madrid:
Ciudadanos
Del mundo
Y de su tierra
Desencantados
Des-asidos
Desarbolados
Que vuelven sus ojos
A transitorios
Pasatiempos…
Cuando cada instante
Es uno menos
De la maravillosa
E inexplicable
Aventura de la vida.
No consintamos
Ni un minuto más
Este atropello
Colectivo
De la humanidad
Asediada
Este poema, recogido, en un número especial de la revista literaria “Anfora Nova” describe una sensación de desazón, frustración y desilusión que empuja a bajar los brazos y buscar espacios de evasión y que muy bien podría extrapolarse al momento presente.
Sin embargo ante la magnitud del dolor y la injusticia no cabe abjurar de la responsabilidad que como ciudadanas y ciudadanos tenemos de cara a quienes en su cotidianeidad sufren opresión. Entre otros motivos porque en las causas que la generan también estamos implicados e implicadas. No cabe pues bajar los brazos y cerrar los ojos. La responsabilidad exige respuestas urgentes y eso pasa por tomar conciencia del momento y apostar por la dignidad. Cada uno y cada una, desde lo que es y desde lo que puede. Siendo conscientes de que cada segundo cuenta en la tarea de encargarnos de la realidad, tal y como decía Ignacio Ellacuría.