Desafíos de los jóvenes en la Iglesia


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Los jóvenes y el mundo de hoy

Durante nuestra época de juventud las personas nos enfrentamos a todos aquellos desafíos diarios que, aunque sin intención, logran formar un carácter, una personalidad y unos sentimientos, pero, sobre todo, una fe. Quisiera intentar que estas letras sean un mensaje a todos los jóvenes para quienes es todo un desafío el vivir de acuerdo con Cristo y su Iglesia.



Reconozco que los jóvenes en la iglesia cada mañana vemos, escuchamos o leemos noticias que pueden llegar a inquietarnos acerca de nuestra fe y es un ejercicio valioso el darle respuesta a las inquietudes que hemos llegado a tener.

Además de ser personas racionales, es innegable que nuestra naturaleza también es pasional y sentimental, por tanto, podemos explicar nuestra búsqueda incesante del amor. Ya sea que busquemos una pareja, un abrazo de nuestros padres o una reunión con los amigos, somos seres relacionales a quienes nos gusta amar y sentirnos amados. Sin embargo, quiero denunciar algo que es bien sabido: a pesar de vivir en la época más tecnológica y comunicada de toda nuestra historia, en nuestra sociedad la soledad, la depresión y la ansiedad son problemas que están a la vuelta de la esquina y que pueden no ser el mejor consejo para quienes, por naturaleza, buscamos el amor.

Comprendida la premisa de que Dios es amor y fue en un derramamiento de amor que fuimos creados, aunque por naturaleza busquemos a Dios, muchas veces puede caer en la confusión al hacernos pensar que muchas de las cosas que ofrece el mundo pueden llegar a tomar el lugar de Dios y su amor.

Las consecuencias de la pornografía

Por eso, es necesario hablar de la pornografía y los efectos que está teniendo en nosotros los jóvenes y adultos, creyentes y no creyentes. Entra a nuestras vidas como algo inofensivo y se presenta como algo necesario, pero la realidad es que se aprovecha de nuestra confusión y soledad para volvernos adictos a ella y, cuando nos damos cuenta, ya podemos ver los importantísimos efectos secundarios que tiene en nuestras vidas.

La pornografía cambia nuestra forma de ver a las personas y al cuerpo, creación sagrada de Dios, que fue hecha para descubrirle y seguirle, no para ser objetivada y reducida al sexo. Las personas no somos objetos de placer, pero la pornografía quiere mostrarnos como algo listo para el consumo. Lo único que finalmente muestra es una búsqueda de Dios que se ha perdido en las miserias que ofrece el mundo y la carne.

La pornografía también es alentada muchas veces por la sociedad como algo bueno, pero una adicción que cambia tu forma de ver a las personas, que te hace creer que el amor es sexo agresivo y no una verdadera y romántica intimidad, que no aporta a tus planes personales; entre otras cosas, simplemente es algo que nunca podrá ser bueno.

Para combatir esto, San Pablo en su carta a los corintios nos ofrece una clave muy importante, al momento de convertirnos de corazón, renacemos en Cristo como nueva criatura (2 Cor. 5:17).

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Buscar un camino de conversión

La conversión es también un desafío, pues es en la juventud que estamos formando nuestra fe y es donde pasamos de ser bautizados a seguidores de Cristo o donde simplemente abandonamos su camino. La vida es una serie de pequeñas conversiones donde paso a paso descubrimos a Dios en nuestras vidas y logramos ver que el amor que siempre hemos estado buscando es Él y una vida según su mandato.

Reconozco que abandonarnos en Cristo, a su voluntad y descansar toda nuestra confianza y ansiedad en Él es complicado y presenta un verdadero desafío, pero es el paso más importante que podemos dar en nuestras vidas. Reconocerle como verdadero Señor y convertirnos de corazón al cristianismo nos permitirá comprender y apropiar sus mandamientos y voluntad, será entonces que lograremos vivir ya no por la ley, sino bajo la gracia de Dios (Rom. 6:14).

Un cristiano que tuvo ese encuentro con Cristo y vivió su proceso de conversión ya nunca será el mismo, por tanto, aliento a todos los jóvenes a poner los medios para acercarse a Cristo y su iglesia, pues acertadamente escribió San Josemaría Escrivá en el libro Camino; “Que busques a Cristo: Que encuentres a Cristo: Que ames a Cristo”. — Son tres etapas clarísimas. ¿Has intentado, por lo menos, vivir la primera?”. (Pedro Rodríguez, 2006)

Podríamos continuar esta conversación entre autor y lector para poder presentar y aclarar todas las problemáticas y desafíos a los que nos enfrentamos día con día, sin embargo, pienso que el encuentro con Cristo es la respuesta a todos ellos, pues será su gracia e inspiración la que guiará a nuestra razón cuando busquemos claridad.

Por tanto, hoy me atrevo a concluir que el desafío más grande que tenemos los jóvenes es encontrar a Cristo en nuestras vidas, después de todo, los problemas diarios pueden distraer nuestra mirada de lo que verdaderamente importa, la vida eterna. Por ello les invito a cada día trabajar en los medios para conocer a Dios. Momentos de meditación y oración durante el día, acercarnos a Él a través de un director espiritual o alguien mayor a nosotros en la fe, formar comunidad con todas aquellas personas que, al igual que nosotros, tienen sed de esa agua que nos saciará por siempre (Juan 4:14).

Renacer en Cristo nos permitirá entender, enfrentar y apreciar cada momento de nuestra vida, pues será su luz la que nos mostrará el camino en la sexualidad, en el matrimonio, en las amistades, familia y el trabajo. Será su luz quien guíe nuestra vida diaria.

Seamos nuevas criaturas en Él, seamos verdaderos cristianos y todo lo demás se nos dará por añadidura. (Mt. 6:33).


Por Francisco Javier Tallabs Utrilla. Exalumno de la Academia de Líderes Católicos de México.