Mi intención en esta entrada era narrar algunos aspectos de mis días en Uganda fuera del hospital, pero, como ocurre con frecuencia, “la realidad se impone” y surgen materias más apremiantes sobre las que escribir.
Por ejemplo, mencionar la guerra desatada de un día para otro en Tierra Santa, una más, en una de las regiones del mundo donde se ha derramado más sangre desde que tengo recuerdos: a finales de los 60 escuchaba en la televisión hablar de la OLP, de Yassir Arafat, Moshe Dayan, Golda Meir… Árabes y judíos en un eterno conflicto que, en ocasiones, salpicaba a otros países. Sin posibilidad de encuentro ni reconciliación, en una tierra cuya capital, Jerusalén, tiene un nombre que en hebreo significa “casa de la paz”. Nunca la paz ha estado más lejos que ahora.
Crisis en España
¿Y en España? Cabe reflexionar sobre acontecimientos de nuestro país en el terreno político, y la trascendencia que pueden tener sobre nuestra vida cotidiana. Con un Gobierno en funciones que dejó atrás hace tiempo cualquier atisbo de respeto a la Constitución que juró defender, que ha elegido como compañeros de camino a quienes sembraron nuestras plazas y calles de sangre y de dolor. Ante estos hechos, miles de españoles de buena voluntad nos manifestamos en Barcelona hace unas semanas, porque quizás seamos derrotados, pero nadie podrá decir que no lo intentamos. No es momento de quedarse en casa quejándose sobre lo mal que va todo, sino de salir a la calle a expresar una opinión siempre que se pueda, a “recorrer las grandes alamedas”, como dijo Paco Vázquez al final de la manifestación de Barcelona.
Esta es una época difícil de nuestra historia, que sigue a una pandemia devastadora, cuya gestión en nuestro país se ha caracterizado por la incompetencia; conozco bien estos hechos como sanitario, y se han demostrado en diversas publicaciones que revelan los pésimos datos de nuestro país en comparación con los de nuestro entorno. Como ciudadano y como médico, aunque mi vida ha sido más fácil que la de mis padres y hermanos mayores (que vivieron una guerra y una postguerra respectivamente), no lo hemos tenido fácil. Y ahora toca lidiar con una situación política y social convulsa en nuestro país y el mundo. No es fácil aislarse de estas realidades, porque influyen nuestro día a día: el coste de las cosas elementales (combustible, aceite, impuestos), las informaciones que recibimos (hay que vencer la tentación de meter la cabeza bajo tierra como los avestruces).
Recurrir a la oración
Toca utilizar todos los recursos personales, recurrir a la oración y apoyarse en la trascendencia de lo que somos y vivimos. Una transcendencia (en palabras de monseñor Romero, al que cito tan a menudo) que “mira ante todo a Dios y solo de Dios deriva su esperanza y su fuerza”.
Recen por los enfermos y por quienes los cuidamos, por nuestro país y por nuestro mundo.