En el Diario Oficial de la Federación fechado el 2 de marzo de 2006, se encuentra un decreto del gobierno federal mexicano, declarando Día Nacional de la Familia el primer domingo de marzo de cada año.
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En el mismo decreto se lee que lo anterior se hizo considerando entre otras cosas, que la familia es una comunidad de perfeccionamiento humano, célula básica de la sociedad y fortaleza de toda nación. El decreto establece que las Dependencias del Ejecutivo Federal, en sus respectivos ámbitos de competencia, desarrollarán actividades de promoción para el fortalecimiento de la Familia.
Distintos calendarios
En el ambiente eclesial, las diferentes Diócesis del país han tenido un calendario particular para festejar a la familia. En algunas de ellas existen incluso semanas de la familia que se desarrollan durante el mes de octubre, en otras se celebra en noviembre y no faltan las que celebran a la familia en diciembre, aprovechando el día de la Sagrada Familia de Nazareth.
Con mucha alegría, en el marco del Encuentro Nacional de Agentes de Pastoral Familiar 2020, recibimos la noticia de que la Conferencia del Episcopado Mexicano autorizó que, a partir del 2021, se celebre en todo el país el día de la familia durante el primer domingo del mes de marzo.
Esto significa que el próximo 7 de marzo de 2021, toda la Iglesia en México se unirá en oración por las familias, en unidad con la sociedad civil, que ya contaba con esa fecha en el calendario oficial. Es un signo de comunión que resalta el importante rol de la familia como “la institución de seguridad social más importante del país”, de acuerdo con nuestro ejecutivo federal, pero también como “un verdadero camino de santificación”, pues “la presencia del Señor habita en la familia real y concreta, con todos sus sufrimientos, luchas, alegrías e intentos cotidianos”. (cfr AL 315-316)
Estamos acostumbrados a vivir en una realidad muy opaca a la presencia de Jesús en nuestras vidas y en nuestras familias. En medio de las circunstancias actuales, es tiempo de clarificar lo que realmente importa, de reajustar nuestra vida hacia Cristo, de orientarnos hacia los demás y celebrar la presencia del amor infinito en nuestros hogares. Es el tiempo de revitalizar a la familia. ¡Celebremos juntos!