Después de cumplir un proceso desde su propuesta en el Encuentro Nacional de Agentes de Pastoral Familiar y Vida desarrollado en Coatzacoalcos, en octubre de 2019, hasta su autorización en la Asamblea Plenaria de la Conferencia del Episcopado Mexicano realizada en noviembre del 2020, el próximo domingo 7 de marzo, la Iglesia de México estará celebrando el Día de la Familia.
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En el Diario Oficial de la Federación del jueves 2 de marzo de 2006, el Gobierno Federal de México declaró Día Nacional de la Familia, el primer domingo de marzo de cada año, resaltando que la familia es una comunidad de perfeccionamiento humano, célula básica de la sociedad y fortaleza de toda nación. El decreto establece que las Dependencias del Ejecutivo Federal, en sus respectivos ámbitos de competencia, desarrollarán actividades de promoción para el fortalecimiento de la Familia.
La alegría del amor
A partir del primer domingo de marzo de 2021, y en lo subsecuente, el primer domingo de marzo de cada año, la Iglesia mexicana con todos los fieles laicos, estaremos dedicando ese día para celebrar la alegría del amor que se vive en las familias, sin perder de vista sus desafíos y su vocación.
Providencialmente, el papa Francisco, en el marco del quinto año de la publicación de la exhortación apostólica ‘Amoris Laetitia’ sobre la belleza y la alegría del amor familiar, ha declarado que a partir del 19 de marzo de 2021, festividad de San José, la Iglesia Católica viva un Año “Familia Amoris Laetitia” que culminará el 26 de junio 2022 con el X Encuentro Mundial de las Familias en Roma.
Así que este mes de marzo de 2021 tiene gran relevancia para quienes trabajan por la familia, desde su acompañamiento, su formación o la promoción de los valores familiares. Por ello estaremos observando que además de las voces de los organismos oficiales federales y estatales, las familias católicas estarán viviendo, de la mano de la Pastoral Familiar de sus Diócesis, diferentes eventos celebrativos y de reflexión, recordando que «La alianza de amor y fidelidad, de la cual vive la Sagrada Familia de Nazaret, ilumina el principio que da forma a cada familia, y la hace capaz de afrontar mejor las vicisitudes de la vida y de la historia. Sobre esta base, cada familia, a pesar de su debilidad, puede llegar a ser una luz en la oscuridad del mundo». (AL 66)
¡Que viva la familia!
