Una de las polémicas reciente ha girado en torno a un sacerdote dimitido al estado laical por desobediencia a su obispo, cuando justifica toda su exposición pública en defensa del aborto.
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Por otro lado, hace unas semanas, también salió en redes sociales otra polémica de una religiosa que exponía que los sacramentos por sí solos, no bastaban para ser un auténtico cristiano.
Y creo que de ambas situaciones, diametralmente distintas, vale la pena comentar algunas ideas que puedan abrir caminos para una enseñanza común, enfocada en el bien.
No hay dos Jesús en el Evangelio, es uno solo
El primer aspecto a considerar es el ámbito teológico. Dios no se contradice, Jesús y su mensaje no son antagónicos, ni polarizantes, si tienen algún extremismo, es en el bien, en el amar hasta el extremo.
El mismo Jesús del camino, la verdad y la vida, fue el que se sometió a la voluntad del Padre, aprendió a obedecer sufriendo, dice la carta a los Hebreos, de tal manera que, ser provida no equivale a enfrentarse contra los que apuesten por una salida distinta, e incluso éticamente cuestionable.
De igual manera es el mismo Jesús que dijo el que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, al de tuve hambre y me diste de comer. No son dos Jesus enfrentados, no son presencias contrapuestas, ni mucho menos antagónicas.
En todas estas circunstancias está la presencia misteriosa de Jesús, presencia que está supeditada a la fe, y la fe no es una decisión ética, es un don, es una respuesta, es una realidad superior y trascendente en el hombre.
La palabra hecha carne, comunicación de Dios
El siguiente aspecto es el de la comunicación. El tiempo de Navidad es la oportunidad para señalar que ha sido Dios, en Jesús, palabra eterna, que se encarna en un niño. Es Dios que se comunica; la Palabra, el logos, que se hace carne para habitar con nosotros, para comunicarse con nosotros.
Sin duda alguna, esto reivindica el sentido original de la comunicación. Se comunica para unir, para poner en común, para construir y hacer comunidad, con los creen y piensan lo mismo, o para los que opinan distinto.
El carácter profético o el testimonio evangélico, en la vida ordinaria y en las redes sociales, no se contrapone a la caridad. Y el primer deber es el del amor, en un cristianismo auténtico, no de likes ni de reproducciones virales, es el de el amor al enemigo.
En esto, el papa Francisco, tan amado y rechazado, ha dado una clave cristiana en la Fratelli Tutti: “amar al otro por ser quien es”, y no rechazar, bloquear al otro, por ser quien es.
Que está Navidad sea el tiempo para entrar en esta lógica comunicativa de Dios, ese hablar de vida eterna, que solo sabe de amor, y en el amor de Dios, no hay contradicción.
Por Rixio G Portillo R. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey.