Si las estructuras hacen inaccesible el encuentro con Cristo, entonces el misterio de la Encarnación prevalece como algo mucho mayor que anima nuevas formas en la Iglesia, incluso ministeriales, sin ningún intento de sustituir las existentes, pero ampliando el camino de la redención para el único y verdadero encuentro con el Señor Jesús.
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En una de mis intervenciones en el aula sinodal, durante octubre, en Roma, expresé que no estábamos abordando el verdadero problema que nos estaba impidiendo ir adelante en el discernimiento. Había como un temor o un fantasma que no se estaba afrontando de manera directa, y que teníamos que nombrar. Las cosas se nombran para poderlas interpretar, discernir y orar.
Tensiones
Y es que lo que estaba realmente en juego en el sínodo era la tensión entre la disciplina doctrinal y el ‘sensus fidei’ del Pueblo de Dios, la tensión entre las estructuras que ayudan como medio para que el fin se pueda cumplir, que es la vivencia profunda y de Dios, respetando el camino de la Iglesia y sus estructuras, pero a la luz de la revelación de Dios que nos trasciende a todos y se hace presente en el corazón y en la vida del propio pueblo, en su modo de vivir y sentir la fe, como ha sido establecido en el propio Concilio Vaticano II, en la Lumen Gentium. Una revelación que es, de alguna manera, infalible en el modo de creer del propio Pueblo de Dios.
En este sentido, a la luz de la polémica que se ha desatado con el libro ‘Desde lo más profundo de nuestros corazones’, creo que es muy importante decir que ahora se está hablando de manera abierta y directa de las tensiones que acompañaron al proceso sinodal amazónico, y lo siguen acompañando, y que de hecho lo enriquecieron.
No hay duda de que fue un discernimiento profundo, libre, generoso, y, sin embargo, complejo, donde no solo las votaciones del ‘Documento final’fueron contundentes en cada uno de sus propuestas, sino que significó un respaldo a todo el camino de preparación para la asamblea, donde ya se nos planteaban la importancia de abrazar las tensiones para poder darles un sentido constructivo.
Nuevas respuestas
Y no queda duda que prevalece el sentido de revelación de Dios que es, de alguna manera, el camino al misterio, que es el fin. El seguimiento de Jesús está siempre por encima de las estructuras que, aunque son necesarias, respetables, y dan cuenta de nuestro camino y modo de ser y hacer, son medios, no fines. En ese sentido, quiero simplemente insistir que a propósito del tema del acompañamiento pastoral a las comunidades y de los ministerios, durante el sínodo siempre se planteó la necesidad de que las comunidades tengan un acompañamiento real, concreto y cotidiano, y, sobre todo, de asegurar la presencia de la Eucaristía para que puedan vivir plenamente su ser miembros de la Iglesia, por derecho y en igualdad como cualquier otro hombre o mujer que comparte nuestra fe.
El tratamiento nunca, por ningún motivo, fue sobre cuestionar el celibato de los sacerdotes, ya que siempre se ha asumido como un gran don para la Iglesia, que tendría que seguir siendo fomentado, profundizado y fortalecido. Pero, por otro lado, se habló de la urgencia inminente de abrir caminos nuevos para llegar a los sitios donde realmente no quedan más alternativas, y donde hay ‘hombres probados’que han entregado su vida al ministerio pastoral de acompañamiento y sostenibilidad para las comunidades, y crearse condiciones ministeriales para que puedan ser el puente para el acceso del encuentro culmen de nuestra fe con Cristo en la Eucaristía –para tantos hijas e hijos de esta Iglesia que hoy no lo tienen–, siendo ordenados.
Sobre este asunto predominó el espíritu de diálogo sobre en el aula sinodal, en absoluta libertad, a partir de experiencias concretas, con argumentos profundamente sólidos, teológicos y también desde la vivencia pastoral, con una lectura histórica muy depurada, analizando experiencias específicas en algunos momentos de la historia de la Iglesia donde la ordenación de hombres casados ya ha estado presente. El propio Papa emérito Benedicto XVI incorporó pastores de la Iglesia anglicana que se convirtieron en sacerdotes en la fe católica, y que asumieron esta investidura manteniendo su condición de hombres casados.
Exhortación postsinodal
Y esto creo que es muy importante, porque nos permite agradecer por estas reflexiones que estamos recibiendo, pero también nos hace preguntarnos cuál ha sido la intencionalidad de publicar este libro justo antes de la publicación de la exhortación papalsobre el Sínodo Amazónico. Con todo, me parece una buena oportunidad para invitar a leer con absoluta confianza lo que la exhortación postsinodal va a presentar, que a final de cuentas es Magisterio de la Iglesia y es lo más importante en todo esto.
Se trata de estar con el representante de Pedro y, por tanto, de Cristo en la Tierra y en esta Iglesia, lo cual significa acompañar su magisterio con mucho respeto, cariño, pero sin miedo. Nosotros tampoco podemos callar con respecto a la profunda necesidad de la presencia del Cristo vivo, a través de la Eucaristía, en tantas comunidades abandonadas y que quieren participar plenamente de la comunión Eclesial.
Debemos tener claro que hay que hacer lo que sea necesario, en el respeto profundo de nuestra identidad y de nuestra tradición, para que prevalezca la posibilidad de ese encuentro cotidiano con Cristo. Que nadie se quede sin acceso a la Eucaristía y que los ministerios puedan ser comprendidos como algo amplio, rico y diverso, no solamente como elemento rígidos e inamovible que. No se trata de pretender sustituir los ministerios existentes, sino de fortalecerlos y enriquecerlos, pero dando paso a los nuevos caminos como claramente lo estableció el propio sínodo.