¿Nos encontramos en un “resurgimiento o nuevo impulso misionero“? ¿o será solo el discurso que algunos (incluso los mismos que lo dicen) quieren escuchar?
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El punto está en la continuidad y escucha; el centro real está en la lógica histórica que nos lleva a ser humildes y andar en el presente lo que otros ya abrieron antes.
A la búsqueda de Dios, el hombre ha tocado mil puertas y aunque no todas han sido las mejores; sin embargo, toda búsqueda es válida por qué es personal.
Hemos hecho de una alternativa la única, ahogando la voz del Espíritu; tener un ministerio lejos de ser un espacio de discernimiento y servicio, ha llegado a ser el sometimiento a un cargo, sencillamente por querer forzar un “proyecto pastoral”, la comunión de la Iglesia no está en estandarizar, sino en la sinodalidad de realmente juntos caminar aprendiendo el uno del otro.
Misericordia y ternura
Aparecía el día de ayer un artículo, en el que un sacerdote por muchos años fue cesado de su ministerio por sospechas doctrinales; fue restituido y aplaudido por su obispo, pero ¿ni un “perdón, nos equivocamos” mereció? y es que en pocas ocasiones olvidamos ese gesto de misericordia y ternura, que frente al otro cuando nos hemos equivocado podíamos haber mostrado y que el otro necesitaba escuchar por pura justicia… Eso se llama caridad cristiana. La búsqueda de aquel sacerdote que sufrió el señalamiento era necesaria, pero nunca fue validada, frente a la omnipotencia institucional.
Una eclesiología sana verá necesario el encuentro con los que ya “hacen Reino” para juntos dialogar y discernir el testimonio creíble de unidad.
Roguemos al Señor por la gracia del respeto y la tolerancia; de la humildad y el valor… de perseverar en la misión; no solo frente a la época, sino frente a lo efímero de las muchas pastorales que solemos plantear.