La humildad de María y ese amor desbordante nos hace reflexionar acerca de la completa disponibilidad, sencillez y entrega hacia el Plan Divino.
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Reflexiono ante las palabras que escuchó aquella jovencita ¿cuántos años tendría cuando recibió ese mensaje que nos sigue impactando a toda la humanidad?
Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo. Seguramente quedó desconcertada ante aquellas palabras que la colocaban en una situación privilegiada, algo que jamás hubiera imaginado, muy lejos de lo que podría alcanzar como mujer de ese tiempo.
Mujer sencilla y de gran bondad se asustó, su corazón tuvo miedo y por eso el ángel Gabriel la tranquilizó diciéndole: -No temas, María que gozas del favor de Dios.
Su temor se transformó en alegría, certeza, aceptación, cuando fue entendiendo. Mira, concebirás y darás a luz un hijo, a quien llamarás Jesús.
Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la Casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin.
Aquella virgen de Nazareth, aceptó sin preguntar, si es así que suceda ¡Hágase en mí, según su palabra! Amor desbordante, sin medida, respuesta al impulso que siente y lo da todo, con ese sí, ofrece esperanza a una humanidad dolida y herida.
Perfección moral y santidad, como hijos de Dios
Ella, la cuna del salvador, portadora del Emmanuel quien se haría presente para ofrecer la nueva alianza, un Dios-hombre, amor real, cercano y humano.
La excelencia de la bella María en el mundo de la gracia y perfección, es resultado de la benignidad Divina, que desea que todas las mujeres y los hombres se eleven a la perfección moral y a la santidad, aspectos que nos caracterizan como hijos de Dios.
Soy narrador de estos tiempos y en contraste con lo que está escrito veo cómo ha cambiado, hoy la candidez y sencillez se han desvirtuado, más bien son aprovechadas.
Somos testigos de cómo hemos progresado en cuanto aspectos tecnológicos, pero seguimos sin querer entender e interesarnos en aquello que nos edifica espiritualmente.
Un mensaje tan hermoso, como la respuesta de María en nuestra actualidad, debe inspirarnos y ayudarnos a tener una relación más cercana con Dios. Compartamos la alegría de María, imitemos esa entrega, amor al extremo y digamos: ¡Hágase en mí!
“María dijo: -Aquí está la esclava del Señor, que me suceda como tú dices. Y el ángel la dejó”. San Lucas 1, 38.