El beato y los parados


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Pepe LorenzoJOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva

“Ojalá que este Primero de Mayo, también festividad de san José Obrero, haya espacio en nuestras celebraciones para las voces de estos hombres y mujeres dedicados –a pesar de no contar con demasiado apoyo entre los obispos– a la evangelización del mundo del trabajo. Oigámosles, aunque sea porque ese día recordemos que el nuevo beato fue llamado el Papa obrero

Curiosamente, este Primero de Mayo viene siendo noticia desde hace meses. No es que se prevean manifestaciones multitudinarias reclamando poner coto al desmantelamiento del Estado del Bienestar ni que los jóvenes hayan escuchado el grito que les anima a indignarse para reclamar los derechos robados en los contratos que les atan a la precariedad. Este Primero de Mayo será noticia, sobre todo, por una beatificación, la de Juan Pablo II, quien se llevará un minutaje extra en la mayoría de medios de comunicación social y en las homilías del día.

Por ello, este año, es más de justicia aún esforzarse por escuchar las voces de quienes, desde la Iglesia, la alzan para dársela a todos aquellos que están sufriendo en carne propia los “efectos devastadores” de una crisis que “no solo es económica y social, sino también ética”, como certifican en sus manifiestos organizaciones apostólicas como las Hermandades del Trabajo, las Mujeres Trabajadoras Cristianas, la Hermandad Obrera de Acción Católica o la Juventud Obrera Cristiana.

En esos textos, trabajados, estudiados y meditados durante semanas por sus militantes, aparecen duras palabras que reflejan una cruda realidad: indignación, preocupación, angustia, inseguridad, respeto, drama, dolor, escándalo, parálisis, vulnerabilidad, irresponsabilidad, derroche, corrupción, enfrentamiento, división, egoísmo… Su eco, interiorizado, debiera de servir de antídoto a la complacencia en la que estamos instalados ante una situación que, solo en España, ha dejado a 1.300.000 familias con todos sus miembros en paro.

Ojalá que este Primero de Mayo, también festividad de san José Obrero, haya espacio en nuestras celebraciones para las voces de estos hombres y mujeres dedicados –a pesar de no contar con demasiado apoyo entre los obispos– a la evangelización del mundo del trabajo.

Oigámosles, aunque sea porque ese día recordemos que el nuevo beato fue llamado “el Papa obrero”, o porque a él le debemos una encíclica, la Laborem exercens, en la que ratificaba el compromiso de la Iglesia con los pobres, hoy muchos de ellos, trabajadores desempleados.

En el nº 2.751 de Vida Nueva.

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