El compromiso de las mujeres católicas en la evangelización


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Cuando reflexionamos sobre desafíos y retos de las mujeres nos planteamos esa reflexión desde nuestra condición de mujeres católicas cuya misión permanente y compromiso evangelizador ha de cumplirse en simultáneo en dos espacios: en la sociedad y en la Iglesia. Este compromiso se cumple con: presencia, participación y corresponsabilidad tanto en la sociedad como en la Iglesia.



El papel de la mujer en la Iglesia, es un signo de nuestro tiempo y se desarrolla en un contexto social en el que la mujer, luego de más de 60 años de importantes luchas reivindicativas, ha avanzado en igualdad de derechos, oportunidades, equidad de género y paridad.  Recordemos solamente que hasta mediados del siglo XX la mujer en occidente cuna de las libertades no tenía derecho a voto. Algo que –hoy- resulta increíble.

Cada día la presencia transformadora de las mujeres se hace notar en toda su diversidad y las mujeres conquistan espacios en el orden social, económico y político; así como en el campo de la ciencia y la cultura.

Una Iglesia que escuche el clamor de las mujeres

No obstante, persisten elementos discriminatorios y de exclusión producto de siglos de prevalencia de una cultura patriarcal y de dominación que la colocan en posiciones de minusvalía e inferioridad ante el varón.

Vemos situaciones que lesionan la dignidad de las mujeres: violencia en su contra, disolución de la familia que la deja sola al cuidado de los hijos, trata y otros medios de servidumbre moderna, utilización de la mujer como símbolo y objeto meramente sexual, aumento del embarazo en las adolescentes y de la migración forzada; inequidad en las remuneraciones salariales y en el acceso a puestos y cargos de toma de decisiones, por citar las más urgentes de abordar. Frente a estos temas, la Iglesia no puede permanecer silente.

De la misma manera que es ineludible la presencia de la mujer en todos los órdenes de la sociedad, es hora también que esta presencia se intensifique y se valore en toda su dimensión. Es importante el papel que las mujeres vienen desempeñando en el seno de la Iglesia.

Son en su mayoría mujeres las que ejercen misión, labores de catequesis, de educadoras en la fe; alimentan y cuidan ancianos, niños, desvalidos, enfermos, en centros de la Iglesia. Son las madres las primeras educadoras en la fe.

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La Iglesia “es mujer”

El Papa Francisco desde el inicio de su Pontificado viene animando la construcción de una Iglesia Sinodal. El Pueblo de Dios somos todos, hermanos y hermanas en Cristo Jesús, sin exclusiones: hombres y mujeres, jóvenes, adultos, ancianos, religiosos y religiosas en igualdad de condición de Hijos del Padre.

El mundo en el que vivimos y en el que estamos llamadas las mujeres a amar y a servir -con todas sus contradicciones- exige que, como miembros del Cuerpo místico de Cristo, cada uno en su especificidad, ejerzamos nuestra misión evangelizadora y trabajemos en nuestro entorno para hacer del mundo un lugar fraterno y solidario donde prevalezca la verdad, la justicia y la paz.

La Iglesia es “Madre” porque acoge, acompaña, cura, alimenta y cuida. En este sentido la Iglesia es mujer, como lo afirma el Papa.

La misión de la mujer en la Iglesia

Nuestra misión como mujeres en la Iglesia es caminar en sinodalidad para transformar la cultura de odio, violencia, descarte, exclusión e inequidad y abrir paso una nueva cultura que nos permita construir una civilización basada en el amor.

La mujer por su naturaleza está llamada a practicar el cuidado tanto de las personas como de las cosas y es constructora de paz.  Para estos fines, es fundamental acometer dos desafíos en el seno de la Iglesia:

  • Estar presentes y participar en todos los espacios y niveles de la Iglesia incluidos los de responsabilidad y de toma de decisiones respetando —claro está— el rol y las funciones propias de los ministerios ordenados.  Presencia como religiosa, consagrada o laica para transmitir sus dones, su “genio femenino” para hacer oír su voz, visibilizar y plantear problemas y soluciones en la perspectiva de la mujer de hoy.   Celebramos que Sor Nathalie Becquart es la primera mujer en la historia de la Iglesia en tener derecho a voto en el Sínodo de los Obispos 2021-2023 que está comenzando.
  • Impulsar y trabajar para transformar la cultura patriarcal y clerical y construir una Iglesia Sinodal en la que juntos, unidos pese a la diversidad, cumplamos la Misión que se nos ha encomendado. Hermanos y hermanas en Cristo, estamos juntos en la misma Barca. Hemos de enfrentar las tormentas y las dificultades y hacer renacer La Esperanza y llevar la Buena Nueva a un mundo enfermo y convulsionado.  Caminar juntos, vivir la diferencia en comunión, en fraternidad, en corresponsabilidad y reciprocidad. ¡Ese es el reto!

Escrito por Virginia Rivero Lozada-Venezuela. Parte del Consejo Directivo de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas Wucwo/Umofc y miembro de la Academia de Líderes Católicos