Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

El deber también


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Normalmente en las exigencias sociales se enarbola la bandera de los Derechos Humanos, tema que fue abordado en otro texto de este espacio, y que sigue siendo una prioridad elemental en cualquier sociedad democrática, pero también es pertinente dedicar unas palabras al tema del deber.



El deber comprendido desde la dimensión de responsabilidad y no como un moralismo estéril legalizado, ya que “hemos sido liberados de la Ley, de manera que podamos servir a Dios con un espíritu nuevo y no según una letra envejecida” (Rm 7,6), ha dicho San Pablo.

El deber de la responsabilidad nace de la conciencia en el bien común, en la comprensión profunda de una idea reiterada en este espacio: en la alteridad.

Responsabilidad

 Ámbitos del deber

Desde el deber puede interpretarse un mayor y mejor compromiso en la política, como expresión mas alta de caridad, según el antiguo y siempre nuevo comentario de Pío XI, el papa de la subsidiariedad.

En el campo del trabajo, como medio de dignidad y edificación social, la responsabilidad se da en el deber cumplido, en la búsqueda común de condiciones de un salario que no solo beneficia a la persona, sino a la familia y por tanto asegura un auténtico Desarrollo Humano Integral.

En palabras de Juan Pablo II, el papa trabajador, en el hombre existe siempre la “voluntad de trabajar y su disponibilidad a asumir la propia responsabilidad para el desarrollo económico y social de la comunidad” (Laborem Exercens No. 18).

La responsabilidad también puede ser interpretada desde la relación ética entre la empresa privada, el Estado y los ciudadanos, eso que Benedicto XVI enseñó cuando dijo que “el sector económico no es ni éticamente neutro ni inhumano o antisocial por naturaleza” (Caritas in Veritate No. 36), por tanto, comprende el ejercicio compartido del bien.

El deber también puede ser entendido como responsabilidad en las relaciones sociales y el cuidado del medio ambiente, la casa común, como dice el papa Francisco en la Laudato si, en la articulación de acciones que ayuden a tomar conciencia que la complejidad ambiental es una situación global, que afecta a todos por igual.

El tema ambiental no es poca cosa, aunque muchos insistan que no es un asunto inherente a la iglesia o la religión, la responsabilidad moral, a través de la ética comprende el cuidado de la creación como regalo de Dios, en sí, el medio ambiente es uno de los principales referentes del bien común.

A ejemplo de Jesús

En el evangelio también hay un ejemplo de responsabilidad, Jesús en la aceptación libre y voluntaria en entregarse y sacrificarse por todos: “nadie me quita la vida” (Jn 10, 18), es decir, que la redención y la salvación no es producto del hombre, sino de la benevolencia infinita de Dios, que es amor, que asumió (con toda responsabilidad) la condición humana.

Hoy, ante tantos gritos y exigencias legítimas en los derechos, también debería fomentarse la conciencia del deber, de la responsabilidad, de la libertad que se abre al otro, no como límite, sino desde la reciprocidad y el bien. Solo hay que atreverse a dar el primer paso.


Por Rixio Gerardo Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey