Acabamos de publicar el libro ‘El día del padre’ (San Pablo, 2019) porque creemos que ser un buen padre es una de las cosas más importantes que podemos hacer para cambiar el mundo. Ya es hora y día de que nos activemos plenamente como padres. Cada vez la sociedad nos lo pide más. Es el día del padre y nos toca movilizarnos para impulsar un modelo de paternidad que impulse un mundo equitativo, pacífico y cuidador.
La paternidad se encuentra en una encrucijada. Por un lado, queremos comprometernos más con nuestros hijos en igualdad y cooperación con nuestra pareja. Queremos estar plenamente presentes, ser más tiernos, comunicativos o dedicarnos más a los cuidados directos. Es decir, hacer aquello para lo que estamos naturalmente programados.
El cuerpo del hombre cambia cuando se hace padre, no solo se transforma el de la madre. El sistema hormonal masculino se altera sustancialmente y varías los niveles de testosterona, oxitocina, vasopresina o prolactina. Todos esos cambios suceden desde que se originó el ser humano y su fin es hacer al padre más cercano, protector, tierno, lúdico, empático o resistente al estrés. Desde el origen del ser humano, los hombres estamos programados para ser padres buenos.
Un significado específico
Pero por otro lado, hay otra tendencia contraria de padres que abandonan el hogar y se desvinculan de su pareja e hijos. Esta deserción paterna se produce porque el papel del padre ha perdido su significado específico y porque la propia idea de masculinidad está en suspensión y llena de incertidumbres.
También porque se desarrolla una idea utilitaria e individualista de masculinidad que hace al hombre inmaduro para asumir su experiencia y responsabilidad paterna. Este abandono paterno se extiende progresivamente, especialmente entre los sectores socialmente más vulnerables.
Quizás nos faltan referencias públicas que cultiven una cultura de la paternidad positiva. En una encuesta realizada en el marco del Informe Familia, un 85% de los entrevistados no podía referir ni una sola figura que fuera ejemplo público de paternidad. Aunque ser padre es una experiencia a la que casi todos estamos expuestos como hijos de nuestro propio padre o por serlo nosotros, parece necesario profundizar en su significado.
Empoderadores de sus hijos
La sociedad se acostumbró a que se escribiera una historia en la que parecía que las mujeres no habían tenido ningún papel. Gracias al esfuerzo del feminismo, se está haciendo justicia y haciendo visible la descomunal contribución de las mujeres en todas las áreas de la vida a lo largo de la historia.
Quizás ocurre algo similar con la paternidad: ha sido escrita de modo que parece que no existieran padres equitativos, tiernos, comunicativos, cuidadores, empoderadores de sus hijos. Quizás la historia de la paternidad necesita ser reescrita. Mirar a la historia es mirar nuestra propia historia familiar y personal de paternidades.
Por eso hemos publicado este nuevo libro ‘El día del padre’. Me he ido al origen de los tiempos y buscado cómo comenzó a reflexionarse esto de la paternidad. La sorpresa es que las formas originarias de paternidad fundaron un modo de ser padre bastante positivo. Hemos elegido las mayores reflexiones sobre la paternidad antes de Cristo: Abraham, el faraón Akhenatón, Dédalo –que representa a los artesanos griegos- y Confucio.
En el libro os contamos sus historias y experiencias como padres, y también los ponemos en conexión con lo que podemos aprender hoy de ellos como padres. Sorprende la cercanía de sus experiencias con muchas de nuestras preocupaciones por nuestros hijos: la confianza, su libertad, su desarrollo, la responsabilidad, la conexión con ellos, la gestión de nuestra influencia en ellos…
Ya es el día de que profundicemos y pensemos en vivir con plenitud nuestra experiencia paterna. De ello depende un mundo más cuidador y equitativo. Es el día del padre.