Rafael Salomón
Comunicador católico

El evangelio desde casa


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En casa, en nuestra vida diaria, en el trabajo y en todo momento, así debería ser vivir el evangelio; sin embargo, parece que hay una diferencia entre lo que aprendemos en la iglesia y en lo que vivimos. Parece que lo aprendido y reflexionado se queda en ese santo lugar y no trasciende. Hay una enorme riqueza en cada enseñanza, pero por alguna razón nos cuesta llevarla a cabo, sin duda Dios puede hacer maravillas si sabemos vivir alegremente su Santo Evangelio en todas sus enseñanzas.



Es promesa divina que en este caminar encontraremos obstáculos en nuestra fe, se presentarán tentaciones y atractivos como el poder, las riquezas, el mundo nos ofrecerá eso que a veces anhelamos, rechazando nuestro crecimiento espiritual. Sin embargo, todo tiene sus consecuencias, si elegimos las tentaciones del mundo, lo más probable es que terminemos siendo esclavos del pecado y la muerte.

Quienes luchamos por vivir el mensaje, por tratar de darle sentido a las palabras de Jesucristo en nuestras vidas cotidianas, podemos expresar que experimentamos confianza, paz y amor, una certeza que no puede ser definida, tan solo se siente. Es una actitud poco entendida para quienes no comprenden lo que es servir de forma gratuita y gozarse en la fuerza de la luz de Jesucristo.

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“No me avergüenzo del evangelio, porque es poder de Dios para salvación a todo aquel que cree… Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá”. Romanos 1,16-17.

Formación espiritual desde los hogares

A lo mejor, ésta sea la causa de no vivir el evangelio en plenitud, porque nos avergüenza y los criterios del mundo nos “obligan” a ser de cierta manera y si no respondemos como se espera, estaremos aislados y para algunas personas no es algo que quieran probar en sus vidas. Vivir el evangelio es mucho más que ser valientes, diría que se trata de ser coherentes y sencillos, definitivamente algo que el mundo no promueve y tampoco invita a serlo.

La formación espiritual debe originarse y tener su mayor fuerza y profundidad en los hogares, desafortunadamente, en las habitaciones es donde estamos perdiendo a nuestros hijos, con largas horas en sus pantallas, aislados, entretenidos con sus contenidos y video juegos, cada vez nos vamos alejando de ellos y ellos de nosotros. Nos hemos relajado en muchos temas y uno de ellos es no ofrecerles a nuestros hijos la espiritualidad y riqueza que hay en el evangelio.

El fruto es todo aquello que ahora nos alarma y altera, una sociedad sin valores, sin estructuras, sin futuro, sin Dios ¿Esto es el progreso? Indudablemente estoy a favor de mejorar como humanidad, pero no puedo dejar pasar que vamos hacia un libertinaje donde las reglas y leyes elementales se ignoran. La vida y la naturaleza tienen sus propias bases y por el afán de transgredirlas hemos dejado de lado la belleza y enseñanza del evangelio. Buenas noticias en este mundo donde abunda la desesperanza y destrucción.