La vida en Jesús siempre es nueva, hay un antes y un después y no se concibe desde los lineamientos de la ciencia, como: Tenemos vida porque respiramos, porque hay latidos en el corazón o porque fluye sangre por nuestras venas, acciones irrefutables de que los seres vivos tienen vida.
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Buscar a Jesucristo para conocer al Padre Celestial es una verdadera responsabilidad, hablar de vida es mucho más que un hecho biológico, se trata de nuestras vivencias, experiencias, proyectos, aciertos y fracasos, la vida implica nuestras relaciones familiares, trabajo, involucra también nuestras emociones, soy yo viviendo.
La vida son las elecciones, decisiones y todo aquello que sea el eje de mi vida. Bajo la mirada espiritual es una nueva oportunidad, es tener un propósito, un objetivo, es cambiar de manera radical y dejar las cadenas que nos mantienen atados a ciertas acciones que nos alejan del amor de Dios. Jesucristo nos señala el camino hacia la felicidad, nos lleva al amor y con sus enseñanzas nos muestra verdades de vida eterna, al mostrarnos su manera de vivir nos conduce a la obediencia perfecta.
Vivir verdaderamente en Cristo
Esto es algo sin precedentes porque, menciona que “Él es el camino, la verdad y la vida” (San Juan 14, 6-14). Sus enseñanzas son el fundamento para alcanzar la alegría plena en esta vida y en la vida eterna, es por ello la importancia de comprender la vida desde el ámbito espiritual, porque hay una repercusión muy fuerte entre nuestro presente y el futuro eterno, donde estaremos más tiempo.
Desafortunadamente no todos identificamos esa vida espiritual, carecemos de un encuentro sincero con Dios y muchos no le han conocido en sus vidas, rezamos, asistimos a misa, somos agradecidos con Él, pero no entendemos la promesa que se nos ha dado: La vida eterna. El apóstol Pablo expresa de manera muy clara: “Para mí el vivir es Cristo”. “Ya no vivo yo, mas vive Cristo en mí”. (Fil. 1,21; Gál. 2, 20b)
Es una vida donde soy responsable de mis acciones y elijo abandonarme a lo que el amor de Dios tenga para mí, es tener sentimientos de amor, de bondad, humildad y compasión por los demás, de esta manera la vida del creyente es mucho más que una postura, se trata de vivir verdaderamente en Cristo, es mi vida, la cual ahora es de Él, mi libertad en manos del alfarero, mi voluntad en quien todo lo puede y que desea el bien para mí.
La vida como un regalo divino
En esta nueva vida en Cristo encontraremos todo lo que es verdadero, honesto, justo, puro y amable. Acciones que, sin duda en estos tiempos carecen de atractivo y que son difíciles de comprender en este mundo donde impera el desorden, el reconocimiento y el exceso de personalidad. Valoremos la vida como un regalo divino, todas las experiencias y dificultades que nos ayudan a crecer de manera espiritual.
Cada instante es único y nos ofrece enormes lecciones, así que, valoremos cada instante porque de eso está hecha la vida. Dice la palabra de Dios que si alguno está en Cristo Jesús nueva criatura es, que las cosas viejas pasaron y todas son hechas nuevas (2 Corintios 5, 17-18). Vivir la nueva vida en Jesucristo es todo un reto, pero vale cada instante que lo intentemos. ¡La nueva vida en Dios, es mucho mejor que la otra!