Lastimosamente la política latinoamericana se ha convertido en una narrativa ideológica vacía y sectaria, la supuesta integración es solo un cúmulo de complicidades y silencios para tapar lo que hacen los aliados ideológicos.
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El tema de fondo es que la instrumentalización de los pobres es solo con fines electorales, pero en la realidad no hay cambios sustanciales.
Por solo mencionar un ejemplo, un gobierno de Suramérica anuncia la eliminación de la pensión de otro ex presidente, y en la medida, con una intención precisa de la narrativa en la discusión pública, dio a conocer la cifra, unos 21.800 dólares mensuales.
Aunque no sorprende la cifra, parece que nos hemos acostumbrado a la vida acomodada de los políticos. Resulta escandaloso seguir vociferando de la boca para afuera el argumento de los pobres, desde las riquezas y comodidades del poder.
Los pobres son un negocio de capital político
La pobreza se ha vuelto un negocio, la fulana austeridad se convirtió en propaganda y una trampa caza tontos. La manipulación del discurso se transformó en la brújula para jugosos resultados, y en esto, hasta la Iglesia puede verse afectada, por cierto.
No vale la pena nombrar los partidos, las cifras y los resultados de tantas mentiras en tanto tiempo demuestran que son simplemente una fábrica de pobres, aderezados con la pérdida de la democracia en varios países.
Para el año 2024 se prevé 26.8%, y 10.4% de pobreza extrema en América Latina, lo que se traduce 170 — ciento setenta millones — de personas. Nada alentador, más de un cuarto de la población del continente. Sin mencionar las cifras de decrecimiento de la llamada clase media, desaparecida en varios países.
Desde el punto de vista ideológico, 60% de los gobiernos en la región tienen orientaciones de izquierda, frente a un 30% de gobiernos de derecha, el resto con tendencias de centro, lo cual, hacen inclinar la balanza en algunas acciones.
La ideología engendra división y pobreza
En el devastador panorama vale la pena parafrasear un discurso del papa Francisco en Paraguay, al referirse a las ideologías:
«Como decía aquel agudo crítico de la ideología, cuando le dijeron: “Sí, pero esta gente tiene buena voluntad y quiere hacer cosas por [los pobres]”. –“Sí, sí, sí, todo por [los pobres], pero nada con [los pobres]”. Estas son las ideologías».
Si, la política del todo por los pobres pero para que sigan siendo pobres. Es que hasta los ideales del colectivismo laboral se torcieron al subsidio clientelar, a la dádiva de la lealtad sin el mayor esfuerzo, al esclavizar al pueblo que no debe morder la mano del amo, total es necesario que sigan siendo pobres para que sigan votando.
Solo queda desear que se les desgaste el argumento, que el pueblo pobre descubra que solo lo están utilizando, y la sociedad misma deje de normalizar la desigualdad y romantizar discursos vacíos que solo sirven para llenar los bolsillos de un grupo empoderado de privilegiados, frente a la tragedia de 170 millones de personas.
Por Rixio Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey