Enrique Lluc
Doctor en Ciencias Económicas

El nuevo proteccionismo de EE.UU.


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Es difícil comprender el porqué del disparatado sistema que ha utilizado Donald Trump para imponer sus aranceles al resto del mundo. Para quien no lo sepa, lo que ha hecho es dividir su déficit comercial entre las importaciones de bienes que realiza su país. Es decir, contabiliza qué porcentaje de aquello que se compra a otros países no puede ser pagado con lo que se les vende. Se trata de lo que los economistas denominamos la tasa de cobertura (exportaciones entre importaciones), pero viéndola desde el vaso medio vacío, es decir, desde qué falta para pagar lo que se compra, en lugar del porcentaje de lo que cubrimos.



Esta medida puede ser interesante para saber si estamos o no cubriendo con lo que vendemos, aquello que compramos. Es una medida (la tasa de cobertura) que debemos conocer y utilizar. No solo a nivel internacional, sino también la de una familia o la de una empresa. Si nuestras ventas son menores que las compras (una tasa de cobertura de menos del 100%) tenemos problemas. No vendemos lo suficiente para financiar lo que compramos. Se trata de una situación que no se puede mantener durante mucho tiempo. Ahora bien, no es una buena medida para contabilizar la protección al comercio de los otros países.

Exportaciones insuficientes

En el campo internacional nos está diciendo que nuestros productos no se venden en el exterior mientras que compramos una cantidad superior a otros países. Estados Unidos tiene, desde hace muchos años, unas exportaciones insuficientes para cubrir todo lo que compra a otros países. Puede hacerlo porque el resto del mundo utiliza su moneda para comerciar entre ellos. Muchos entienden esto como un privilegio internacional ¿Cuántos hay que desearían poder comprar todos los años por un valor superior a aquello que venden sin que eso supusiese un problema a largo plazo? Sí, muchos querrían hacerlo. Estados Unidos lleva años comprando por encima de sus posibilidades.

Aranceles

Trump sabe esto, pero también es consciente de que, a pesar de que el país vive por encima de sus posibilidades, hay muchos estadounidenses que han quedado atrás, que esto les perjudica y que no entienden por qué tiene que ser así, por qué el comercio internacional es tan bueno como dicen algunos. Para ellos, la apertura comercial supone un problema, porque se quedan sin sus empleos y ven las fábricas de su país deslocalizarse a otros lugares más baratos.

Por ello quieren que su nación siga produciendo los bienes y piensan que una manera adecuada de hacerlo es la de poner aranceles, que no es más que un impuesto especial para aquello que se produce fuera del país. Es la solución más sencilla, más simple, si compramos afuera es porque los otros se protegen e impiden que nosotros les vendamos. Pongámosles impuestos y así, ya no nos venderán y, si lo hacen, al menos nos pagarán por hacerlo.