Al Papa le crece la disidencia cardenalicia. Cuarto y mitad, que si no intimidan por número, asombran por desparpajo. Francisco no respondió a su requerimiento público de explicaciones, pero tampoco lo hizo el prefecto de Doctrina de la Fe, a quien también interpelaban con sus síes o noes sobre Amoris laetitia. Hay quien dice que otro ataque de sinceridad del cardenal alemán podría colmar el vaso, por más que al Papa les guste tener a sus críticos cerca, aunque sea enredando.
En medio de esta marejadilla que puede rolar y convertirse en marejada, los obispos españoles acaban de enviarle una carta nada inocente a Bergoglio. Inocente lo fue en su origen y proposición: trasladarle al pontífice su gratitud por el Año de la Misericordia y por su magisterio de estos casi cuatro años.
Pero la carta que le envió el cardenal Blázquez tras la reciente Plenaria pretende ser algo más: una muestra de apoyo en estos momentos de tribulación. Y dejar patente la “comunión cordial y obediente” de un episcopado donde, no nos engañemos, fueron más de cuarto y mitad los que que torcieron el gesto con la exhortación postsinodal. Empezaron una guerra de guerrillas con boletines en parroquias y boicoteos en tribunales y se envalentonaron hasta organizar giras cardenalicias en donde se llenaron autobuses para ir a escuchar la doctrina verdadera de otros papas.
Algunos ponen el grito en el cielo porque tal teólogo dará una charla en tal salón parroquial. Pero enmendarle la plana a este Papa (antes actuaba de oficio Doctrina de la Fe y sus delegaciones en cada país) sale gratis. Sin duda, otro fruto del año jubilar recién clausurado.
En la propia sede de la Conferencia Episcopal saben bien que la misericordia empieza por casa. Y esa puerta, para algunos, sigue abierta. Aleluya.
Publicado en el número 3.014 de Vida Nueva. Ver sumario
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