José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

El Papa tiene el mal de monja


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JUEVES

Por la mañana. Conversación con el cardenal Maradiaga. Sobre ‘Praedicate Evangelium’. “A este Papa no le va a frenar nada”, me comenta. Y le insisto sobre quienes no se fían ni un pelo de Francisco porque le han endosado a la espalda la etiqueta de populista latino sin fondo. “El Papa tiene muchísimo apoyo de casa, lo que sucede es que los que hacen ruido son los que precisamente están donde no deben estar”. Pero están bien amarrados.



Tarde de Coloquios Confer de Comunicación. Silvia Rozas, directora de Ecclesia. A menudo se reflexiona sobre las dificultades de la Iglesia para comunicarse con el mundo. Ella va más alla: “Como Iglesia nos tenemos que interesar más por los problemas de la gente. Los problemas de la Iglesia tienen que ser los problemas del mundo para darles respuesta”.

VIERNES

José Carlos Bermejo en el ITVR. Llamada a “profesionalizar la escucha”. No se trata de pagar por ser escuchado. No confundan. Formación y más formación para acoger las heridas del otro. Basta de consejos espiritualoides y de recetas amateurs para parchear heridas psicológicas o afectas. Escucha de verdad. Con acompañantes de verdad.

SÁBADO

Pamplona. Chupinazo para el Festival de la Canción Misionera. Primero tras la pandemia. Toma la palabra Michel, escolapio senegalés. Ocho meses en España y se maneja con el castellano mejor que muchos tertulianos televisivos. Más fondo que ellos, seguro. “Sed ingenieros de esa luz que nos regala Jesús, cada uno con el destello particular que tiene”.

DOMINGO

Castillo de Javier. Finaliza la misa de envío. Al encuentro, el jesuita Antonio Fauces. “Tengo 57 nietos reconocidos”. Sin paternidades sospechosas de por medio. Es el as que se sacó de la manga para rescatar a tanto niño condenado al abandono durante sus 41 años en la India. “Una de ellas me nació en un jeep. Es el canto más bonito que he escuchado en mi vida”. Mejor nos iría con una Iglesia más misionera, más ad gentes.

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LUNES

Le estará quitando el sueño. Le estará quebrando cada dos por tres la agenda. Pero el dolor de la rodilla no puede con su buen humor. Para muestra, la audiencia con los trinitarios. “Mi enfermedad es la que antes se llamaba “mal de monja, porque era la época en la que de tanto rezar de rodillas se enfermaban”.

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