Dos grandes procesos recorren el mundo ampliando la Gran Desvinculación: la polarización ideológica y la soledad. Mientras, muchos centros psicosociales, culturales, comunitarios y pastorales lamentan que cada vez acuda menos gente a ellos y haya menor participación. Forma parte de un deshilachamiento de las relaciones sociales primarias.
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Aumentan los contactos, pero disminuyen los vínculos. Crecen las redes y se agudizan las soledades. Se posibilita la sociabilidad más global de la historia para los individuos, pero no podemos garantizarles la mínima comunidad.
Gran parte de los problemas de extremismos ideológicos y religiosos que sufrimos suceden como consecuencia de un previo desmontaje del tejido relacional de las comunidades. Se interacciona menos con personas diferentes, se promocionan clientelas que apoyan a tal o cual líder, pero no comunidades horizontales donde cada uno cruza centenares de conversaciones plurales, a veces prosaicas y otras muchas esenciales.
Tenemos que salir de los centros e ir al centro de donde está la gente, a las plazas y calles. Cierto que existen ya algunas personas que por parejas lo hacen tratando de convencer a unos y otros. Más bien de lo que se trata es de simplemente escuchar, conversar gratuitamente, ofreciendo una palabra de esperanza, generando procesos a partir de una pequeña conversación.
Epidemia de soledad
Ya hay iniciativas que lo realizan. El año 2016, el mundo tomó conciencia de la epidemia de soledad que está desolando a los países occidentales. Reino Unido ha sido pionera en el afrontamiento de tal problema. Entre otras medidas, la Comisión Jo Cox contra la Soledad invitó a crear métodos de conversación abierta que volvieran a unir a la gente allí donde esté.
Recordemos que Jo Cox fue la diputada laborista asesinada en 2016 por defender la integración migratoria y la unión con Europa, pero también fue la gran conciencia sobre la soledad y la urgencia de sanar nuestro modo de vincularnos.
Bajo el lema Start a Conversation, la estrategia Jo Cox pone uno de sus focos en que hay diálogos o escuchas que en ciertos momentos resultan cruciales para las personas. El programa One Conversation at a Time (OCT) -Una Conversación a Tiempo- propone que la ciudadanía genere espacios y oportunidades para escucharnos y hablar como modo de revincularnos como sociedad y comunidades locales.
Conversación gratis
Desde entonces se han comenzado a explorar pequeños proyectos. Uno de ellos no se inició en Gran Bretaña, sino en Barcelona, promovido por un joven llamado Adrià Ballester. Un día de cada fin de semana coloca dos sillas en plena calle en las que cuelga un cartel que simplemente ofrece Conversación Gratis. Fue el comienzo del Free Conversation Movement que se ha expandido a otros lugares.
No tratan de adoctrinar ni vender ni hacer propaganda, ni es una relación terapéutica o de asesoramiento, sino que se sitúa en un nivel más esencial: el bien que crea ser reconocido como alguien con una palabra digna de ser escuchada, ser llamado a ese acto fundamental de hablar como personas, el don del encuentro que, aunque sea corto, puede despertar cambios hondos. Esa idea tan sencilla y esencial fue una noticia recogida en los más prestigiosos medios del mundo como NY Times o BBC.
Otros proyectos han comenzado el camino de la revinculación, romper las soledades, experimentar el don de la palabra y la escucha.
Un ejemplo también sencillo es el Pink Bench -el Banco Rosa- de Blackpool, una localidad socialmente deprimida de Inglaterra –al norte de Liverpool-. En 2019, fue instalado por iniciativa de un grupo de vecinos junto a un centro de salud St. Paul. Una red de vecinos se ocupa de sentarse un tiempo cada día en el banco para acompañar a personas que necesiten simplemente charlar un rato.
También en 2019, en Chester –al sur de Liverpool–, una vecina llamada Linda Jones creó una iniciativa llamada Chatter Chairs -Sillas para Charlar- con el fin de juntar personas que se animen recíprocamente a hacer una serie de ejercicios que se realizan precisamente sentados. Inspirados en el éxito de Chatter Chairs, el ayuntamiento instaló un banco –el proyecto se denomina Chatty Bench- para conversar en un parque, el Sunken Garden, donde las personas pueden encontrar alguien amistoso con quien poder aliviar su aislamiento social o simplemente ser escuchado.
Volver a dialogar
Otros proyectos como Skip the Small Talk (SST) organizan en calles o plazas pequeñas charlas entre amplios grupos de desconocidos que van intercambiándose y tejiendo así encuentros, contactos y conversación colectiva, además de la esperanza de ver tanta gente abierta a relacionarse sanamente.
Los modelos son diversos, pero todos se basan en una clave: volver a dialogar. Es esa recuperación del diálogo de vida corazón a corazón lo que nos sana. Cuando nuestros centros y proyectos se sienten que no llegan a la gente y quieren servir a muchos más, pero están lejos de donde está la gente, ¿por qué no plantamos unas sillas en la plaza para simplemente volver a hablar?
Ya comienza a haber métodos prometedores que podríamos implementar. Tan sencillo como ponernos en salida, plantar un par de sillas y disponernos a escuchar y hablar un rato con cualquiera sobre lo esencial. Es urgente recomenzar una gran revinculación que nos humanice de nuevo. No se debe subestimar la fuerza transformadora de una pequeña conversación, quizás esas palabras sean semillas de mostaza.