JOSÉ LORENZO | Redactor jefe de Vida Nueva
“Se echa de menos a aquellas asociaciones de padres y otros colectivos vocingleros, más interesados en la política que en la fe, que pusieron a los centros católicos a los pies de los caballos, acusándoles de venderse al Gobierno socialista…”.
Nueva travesía del desierto para Escuelas Católicas, la organización religiosa que aglutina a más de 2.000 colegios católicos concertados. Si con Zapatero sufrió un fuerte desgaste a costa de Educación para la Ciudadanía (EpC) y sus esfuerzos por impartir, sin chocar con el ideario, una asignatura obligatoria rechazada por los obispos, la reforma educativa del Gobierno de Rajoy les afecta en algo mucho más tangible, e igualmente medular: la supervivencia de muchas de sus aulas.
La razón: la pretensión de reducir en un año la Educación Secundaria Obligatoria para dárselo al Bachillerato. De esta decisión depende el futuro de unas 1.400 aulas y otros tantos profesores.
Escuelas Católicas ha mostrado, como es lógico, su preocupación. Pero en la riada de destrucción de empleo a la que nos hemos acostumbrando, que un día se traga impasible a una aerolínea sin más protesta que las de los viajeros afectados, solo la escuela concertada parece ver que peligra un sistema de enseñanza que da sus frutos y que, además, está bien valorado por los padres.
Tal vez por ello, se echa de menos a aquellas asociaciones de padres y otros colectivos vocingleros, más interesados en la política que en la fe, que pusieron a los centros católicos a los pies de los caballos, acusándoles de venderse al Gobierno socialista para no perder el dinero de los conciertos e, incluso, cuestionando su catolicidad porque no secundaban la objeción de conciencia a la polémica asignatura.
Y, sobre todo, decían, porque no obedecían a los obispos. Fue una campaña gritona, de acoso y derribo, que Escuelas Católicas superó con menos compañía de la adecuada para semejante travesía.
¿Que se hizo –que diría el gran Manrique– de aquella defensa montaraz del colegio católico patanegra? ¿Ya no hay campañas para inundar sus centros de cartas, pero esta vez de padres que se solidaricen con su suerte? ¿Es que a todos ellos se les ha atiplado la voz con la llegada del PP? Se diría que sí, viendo su reacción a algunas otras reformas anunciadas, como la del divorcio por notario.
En el nº 2.788 de Vida Nueva.