La comunidad más importante y de la que tenemos más información es de la de Jerusalén, en efecto, los discípulos más inmediatos de Jesús, tras la muerte del Maestro.
- ?️ El Podcast de Vida Nueva: ¿Indultos para reconciliar?
- ¿Quieres recibir gratis por WhatsApp las mejores noticias de Vida Nueva? Pincha aquí
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Muy pronto esta comunidad de Jerusalén se desdobló en dos. Había dos grupos entre los seguidores de Jesús: Los hebreos, de cultura semítica y habla aramea, y los helenistas, más helenizados que hablaban en griego.
En la Iglesia de Jerusalén encontramos muy pronto dos comunidades en comunión entre ellas, pero cultural y teológicamente diferenciadas. Debido a la necesidad de comunicación, se forman las comunidades, aquellas según los intereses de un grupo de personas, por ejemplo, las iglesias que impulsan a los creyentes de la religión católica y apostólica, forman una asociación para hacer devoción a los patronos que los lideraban.
Desde ese entonces las comunidades han pasado por cambios, transformaciones y evoluciones que hasta nuestros días nos dan la oportunidad de darnos cuenta que son comunidades vivas, donde los conflictos y diferencias, a veces impiden ponerse de acuerdo.
Una nueva forma de hacer comunidad
Un dato interesante de aquellas comunidades: El silencio que se impone a las mujeres (1Tm 2,12) entra en contradicción con Pablo, que les permitía profetizar en las asambleas comunitarias (1Cor 11, 2-16); en ese momento se introduce el comentario de 1Cor 14, 33b-35 (“las mujeres cállense en las asambleas…”).
En nuestros tiempos lo anterior resulta impensable y agresivo ¡Qué bueno que esto se ha modificado! Las comunidades cristianas han cambiado de acuerdo a los tiempos y costumbres. No cabe duda que estamos descubriendo una nueva forma de hacer comunidad, la que podríamos definir como comunidad virtual impulsada por la pandemia.
Presencia desde las pantallas, aprendizaje desde nuestros dispositivos y llegando a un alcance jamás imaginado, pero también con una enorme desventaja la cual no debemos dejar de observar: “Estamos viviendo en comunidades sin contacto, aisladas”.
Las comunidades cristianas evolucionan
Si bien es cierto, hay enormes ventajas, pero también domina lo impersonal, estamos todos en la red y nadie en la realidad. Así son las reuniones por Zoom, transmisiones de Facebook, congresos virtuales y demás modalidades.
Avances tecnológicos que reconocemos como progreso de la humanidad, pero esto también lleva sus pérdidas, porque nos estamos confinando, anclados a nuestras computadoras y dispositivos, solo moviendo los dedos, a veces ni eso, porque en algunos casos el teclado se activa automáticamente con el dictado.
Es una realidad: Misas “on line”, sacramentos a distancia, homilías en “podcast”, estamos entrando a las nuevas comunidades digitales, es inevitable, estaremos conectados, pero aislados.
Las comunidades cristianas evolucionan y adaptarnos dependerá de nuestra responsabilidad, creatividad y exigencia para nuestra fidelidad.