El ‘sindiós’ de la concejala de Carmena


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Celia Mayer, la concejala-forúnculo de Manuela Carmena, montó nada más tocar poder en Madrid una comisión para la memoria historia que era un sindiós. Por eso, lo primero que hizo hizo fue retirar del cementerio de Caranbanchel Bajo una placa en memoria de ocho carmelitas. Pero como esa comisión también era un sinsentido, nadie reparó en que los religiosos habían sido también víctimas, fusilados por los republicanos simplemente por su fe.

Ni resto, pues, de “vestigios del franquismo” en aquel recuerdo póstumo a los mártires. Lo de menos habría sido el ridículo monumental de esta decisión –a fin de cuentas la concejala se disculpó y no hay nada más cristiano que el perdón– si detrás no estuviera la prisa ciega del sectarismo como tarjeta de visita para el futuro.

Ahora que Carmena ha creado otra comisión, ya sin Meyer, a esta le parece que en la nueva hay demasiado dios porque han sentado a un cura. Por eso, de la mano de Ganemos Madrid, formación que, con Podemos, sustenta a una alcaldesa que va por libre, se ha despachado a gusto en un comunicado. En democracia no hay que temer la discrepancia. Asusta más el tono sobre las personas.

Santos Urías es ese cura. De él, como su nombre adelanta, se podrían decir muchas cosas buenas. Pero como no me deja, haré una descripción: su otra mejilla es casi tan grande como la espalda, donde lleva una mochila con los nombres y lágrimas de una galería de descartados de los que habla Francisco. Cuando el día de mañana alguien lea lo que la gente de Mayer dijo de él, estará ante un ejemplo de memoria histórica sectaria, esa que siempre se escribe desde el poder. Quien quiera conocerlo de verdad, tiene sus libros y su música. Sin ir más, el 14 de junio en la sala Galileo Galilei.

En el nº 2.991 de Vida Nueva


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