Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

El Sínodo en clave del Concilio


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En los próximos días iniciará la segunda sesión del Sínodo sobre la Sinodalidad, y como el papa Francisco ha decidido sacar de agenda algunos temas, quizás no será noticia en la prensa secular, aunque siempre pueden haber sorpresas.



Sin embargo, desde el periodismo religioso sí habrá una mayor cobertura, con análisis, comentarios, deducciones, elucubraciones sobre lo que puede ocurrir en esas cuatro paredes de la Sala Nervi, ahora con esas mesas circulares, según la nueva metodología.

Por eso, con motivo de la cita eclesial, valdría la pena releer el Sínodo desde el Concilio, y más específicamente con un libro de un amigo de Vida Nueva, José Luis Martín Descalzo, quien en una introducción sobre un texto que hablaba de la alegría, dio pinceladas de cómo vivió España el Concilio y el postconcilio.

Las posiciones frente al Sínodo

El autor, en su breve comentario presenta algunas posiciones frente a la cita conciliar, que podrían ser resumidas a tres; los inamovibles que consideraban que no era necesario ningún cambio; los pseudo dueños del concilio (defensores a ultranzas); o los que intentaron vivirlo con la mayor naturalidad y autenticidad (estos últimos pueden ser un buen árbol al que arrimarse).

Sobre los primeros, los dueños del status quo, de la tranquilidad y de la inercia. Martín Descalzo dice que son aquellos que no pudieron ver en la elección de Juan XXIII un signo de renovación: “aquellos ‘hinchas’ de Pío XII que encontrábamos que todo estaba bien y que ninguna falta hacían las reformas” (p. 34).

Esos que hoy a la luz de la Evangelii Gaudium prefieren la comodidad de aferrarse a las propias seguridades (EG 49), y por eso, el sínodo no les es necesario.

El otro grupo descrito son los defensores a ultranza, aquellos que están amarrados a la propuesta sinodal, y que posiblemente también necesiten de conversión eclesial, para que puedan comprender a los primeros. De esos, Martín Descalzo dice: “Henos aquí, cada uno con sus cañoncitos dispuestos ‘aplicar’ el concilio sobre las cabezas de los demás” (p. 10).

Entre estos dos grupos hay un elemento importante, la polémica, que los medios aprovechan para su cobertura. En este sentido, nuestro compañero dice: “Hoy la gran insidia satánica viene por los caminos de la polémica. Desde luego si yo fuera el demonio no me preocuparía de difundir herejías” (p. 12), ya con las polémicas es suficiente.

Sinodo

Abrirse a la novedad

Por eso, ante el Concilio, y ante el Sínodo, retomar las ideas de José Luis Martín Descalzo: “Es la hora de ‘deponer las armas’, lo que no quiere decir que piensa abdicar  de su corazón ni de sus deseos de mejorar y renovar a la Iglesia” (p. 11), sino hacerlo desde la caridad y la verdad, como proponía ampliamente Benedicto XVI.

De allí, que leer al Sínodo desde el Concilio es pedir el Espíritu Santo sobre los miembros de la Asamblea, y que sople, como sopló sobre los Padres Conciliares. Entender que la humildad es tan necesaria como la obediencia, o que la prudencia tan necesaria como la sencillez, que en el fondo es un misterio de Iglesia – comunidad, que como pueblo de Dios camina junto a Pedro.

Sin fórmulas mágicas ni recetas, caminar, caminar, caminar, el sínodo es caminar juntos.


Por Rixio G. Portillo R. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Libro citado:
Martín Descalzo, J.L. (1971). Dios es alegre, Editorial PPC.