El sol del mediodía


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Los Padres del Desierto (s. III-V d.C.) hablaban del diablo meridiano o de la acedía. Lo explicaban como una sensación de desgana espiritual, aburrimiento, desánimo, crisis existencial… La acedía en psicología es una mezcla de todas las pasiones, contiene lo irascible y lo concupiscible. Posiblemente, sus escritos sean de los primeros tratados de psicología espiritual. No hay nada nuevo bajo el sol.



En el seminario mayor, allá en los años 70, estudiamos varias asignaturas de psicología: general, evolutiva y espiritual. Todas muy interesantes, pero, sobre todo, la espiritual y el acompañamiento. Recuerdo todo lo relacionado con la espiritualidad y sus desviaciones, algunas muy sutiles, tipologías que se deben tratar como enfermedades de la mente o psicopatologías.

La madurez emocional parece casi imposible de alcanzar hoy. Da la impresión de que navegamos entre el narcisismo y la depresión, la obsesión y las manías, el activismo y el pasotismo, el espiritualismo y el racionalismo, entre soñar en un mundo utópico o añorar el pasado, la exaltación y la melancolía, los fuegos de artificio y la oscuridad. Vivimos en conflicto, y esto también puede ser necesario para crecer y madurar.

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El 26 de julio de 2024, a falta de dos semanas para cumplir 100 años, murió Jordi Font i Rodon. A este jesuita, con un amplio y rico currículo, le descubrí por un interesante libro, creo que el último que escribió: ‘Espiritualidad, mística y salud mental’. Luego seguí sus funerales por ‘YouTube’.

Fundamentalismos

Cuando leo que el fanatismo es una forma de fundamentalismo muy actual y que manifiesta la falta de salud mental y espiritual, me hace pensar. Son narcisistas, megalómanos y autosuficientes que imponen sus ideas a “los otros”, verbalmente o por la fuerza. No aceptan las críticas y manifiestan una intolerancia a la frustración que es sentida como una herida en su narcisismo. Frustraciones que provienen de la infancia. Dejo de leer, tengo bastante. Algunos de los capítulos de este libro deberían ser obligatorios en noviciados y seminarios para educar y educarnos, descubriendo las diversas capas de la psicología humana, propias y ajenas, y de que lo que presentamos como virtud no lo es tanto.

Los fundamentalismos nacen del fracaso de unos pocos y del silencio o falta de estímulo de la mayoría, demasiada acedía. Como decían los Padres del Desierto, a este diablo del mediodía solo se le puede combatir con disciplina, oración y trabajo manual. Sin olvidar que disciplina viene de discipulado y oración de interiorización. Y el discipulado se sostiene en la vida comunitaria.

¡Ánimo y adelante!

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