José Beltrán, director de Vida Nueva
Director de Vida Nueva

El traje a medida de Juan del Río


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JUEVES. En el plató de Periferias. Conexión en directo con el párroco de la Cañada Real. Siguen los cortes de luz. El barrizal. Y el olvido. Nadie mueve ficha. Salvo la Iglesia. El párroco de la barriada explica que la ley impide que haya contadores porque son viviendas alegales. Da la vuelta a la idea de que se enganchan a los cables para no pagar. “La legislación nunca se hace desde la realidad de los pobres”. Ahí queda eso.



VIERNES. Un hombre de Estado. No es hoy etiqueta de las que se engancha sin más a una prenda. De las que se acumulan cada vez que no se sabe qué decir a quien ostenta cargo. Es el traje a medida que se cosió Juan del Río. Con sus manos. Con su voz. Con su saber hacer. Con su vocación de servicio a la Iglesia. Y a España.

El cura que obedeció sin rechistar la encomienda más peliaguda que se puede dar a una mitra. Ser arzobispo castrense. El que acompaña a los militares. El puente invisible con el Gobierno. El enlace con Zarzuela. Misión estratégica que le llevó a guardar más silencios de los que le gustaría a un orador y conversador de cuna.

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Una tarea que privó a Sevilla de una cruz de guía que sí pudo disfrutar Jerez. Rociero con hilo directo con la Blanca Paloma. Durante el confinamiento, un día tras otro, se enganchó a los rezos digitales de la aldea. Por el fin de la pandemia. Esa que se le ha llevado por delante.

Solo a alguien que encarnó en un buen humor –y guasa– la gracia de Dios, se le podía pedir que acompañara a los ejércitos con la solemnidad que requiere y el salero que sabe a cercanía. Eso que hace falta entre tanta birreta púrpura. Lástima que no las haya póstumas.

LUNES. Alguien me advierte de que el nuncio se la juega. Con el relevo castrense. La terna más compleja de cuantas tenga que afrontar. Por lo estratégico. Para todos y para todo. Que se lo ponga sobre la mesa a quien elaboró la anterior. O que se deje caer por Zarzuela para saber lo que pasó. O que se pasee por Roma para saber cómo se procedió. A Don Juan ya no se lo puede preguntar…

MARTES. Se lleva lo oversize. Para entendernos: vestirse dos o tres tallas más grandes de lo que acostumbra uno. Como si se hubiese menguado de ancho y de largo. O mejor, sin tantas estrecheces como a las que nos sometemos para dar la talla. Como si se tratara de eso en la vida. No sé si será muy favorecedor ir holgado con la ropa o con la fe. Pero no encorseta. Ni aprieta. Ni ahoga.

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