Fernando Vidal
Director de la Cátedra Amoris Laetitia

El valor educativo de la religiosidad


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La socióloga Ilana Horwitz acaba de publicar en Estados Unidos el libro Dios, calificaciones y graduaciones. Ha hecho seguimiento de 3.290 adolescentes durante diez años y concluye que la religión tiene un peso muy relevante en la educación, especialmente en los chicos y chicas de clase trabajadora.



El 21% de adolescentes religiosos de clase trabajadora obtienen principalmente sobresalientes, mientras en el resto, ese tipo de notas solo las tiene el 9%. Los jóvenes que son religiosos tienen el doble de oportunidades de obtener un grado universitario.

Esta profesora de la Universidad de Tulane estudia las motivaciones de ese impacto de la religiosidad. Su primera conclusión es que la religión impulsa a comportamientos altamente reflexivos, serviciales y cooperativos. Chicos y chicas creen que Dios les anima a estudiar y valora que se formen.

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Uno de cada cuatro estudiantes tiene una experiencia de Dios que da forma efectiva a su modo de sentir y pensar la vida y sus estudios. La religiosidad no tiene un papel meramente devocional, sino que es crucial para el desarrollo integral de la persona en todos los ámbitos de su vida.

Movilidad y profesionalización

Horwitz expone su investigación en su libro Dios, calificaciones y graduación (Oxford University Press, 2022) y extrae la siguiente conclusión: la religión trabaja en favor de la equidad y de la cooperación social. Por un lado, la religiosidad provoca la movilidad ascendente de la clase trabajadora, induciendo su desarrollo educativo. Por otro lado, orienta eficazmente la profesionalización de las clases medias altas para que se pongan más al servicio de la cooperación social y no cedan ante la competitividad ambiciosa.

La religión en la escuela es crucial para el desarrollo y la vida de muchos estudiantes, y la escuela no puede rechazar algo que ayuda tanto a tanta gente, especialmente a quienes menos tienen.

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