MIÉRCOLES 27. Cena de la Unión Católica de Periodistas. Invitado: el concejal socialista Antonio Miguel Carmona. “Soy creyente en lo que puedo”. Y en lo que le dejan dentro del partido, apostilla. Inevitable preguntar por Pedro Sánchez. “Todas las novias que tiene el PSOE nos quieren para ser viudas”. Al día siguiente Carmona participará en el almuerzo de históricos del PSOE con una línea roja definida: “No podemos ir con Podemos a ningún lado”. ¿Las elecciones como única vía? En las mesas sobrevuela un nombre. Hombre de Estado. Por encima de siglas. De afanes de poder. Para una coalición que pudiera dar la estabilidad. Javier Solana. Se hace un silencio.
DOMINGO 31. Hace unos días, Rubén llegaba a la redacción con la biografía de Pablo Escobar bajo el brazo. No puedo evitar contárselo a madre Joaquina. Durante tres años visitó la cárcel donde estaban todos capos de la droga. A sus hijos los educaba en una escuelita de Colombia. “¿Qué habéis hecho para estar aquí?”, les preguntaba con cierta ingenuidad. “Nada, madre… Solo somos sicarios”. Nunca tuvo una amenaza de ellos. A Joaquina nunca se le ha puesto ni se le pondrá nada por delante. Vida consagrada y profética. A golpe de castañuelas se ganaba a los presos en las novenas del Niño. No hay más truco. Simplemente, tener al mejor de su parte. “Dios es grande”. Con esta frase termina su anecdotario y vertebra su vocación.
LUNES 1. “Lo único que hago es poner en práctica el Evangelio”. El padre Garralda casi se disculpa por estar en las fronteras. “Cuando vieron por primera vez a Francisco lavar los pies en la cárcel, hay quien me dijo que me había copiado… Somos muchos los que nos arrodillamos ante el marginado”. Uno entiende que Cristina Cifuentes aparque su agenda y el virus que le acecha para recibir a este jesuita de 94 años. “Lo que haga falta”, subraya la presidenta. [A FONDO: En la clausura del Año de la Vida Consagrada: gracias por ser y hacer]
MARTES 2. En la butaca del cine. Spotlight. Sobre los casos de abusos en Boston. Terror. Y eso que no se narra ninguna atrocidad con detalle. No hay una sola imagen que se recree. A veces lo oculto, lo que no se cuenta, provoca aún más desazón. En las primeras escenas, la voz del arzobispo a una víctima a la que ofrece un acuerdo: “Esto no va a volver a ocurrir jamás”. Mentía. Se repitió. Hasta perder la cuenta. Silenciando. Complicidad de quien supo y no quiso denunciar que hoy paga toda la Iglesia. Una vez más, tolerancia cero. La sabiduría materna: “Hijo, al final, todo se sabe”.
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En el nº 2.975 de Vida Nueva