El miedo, terror y maldad siguen siendo redituables, se continúan produciendo artículos, películas y espacios dedicados a enaltecer el mal. Son millones de dividendos aprovechando estas fechas y el día de Halloween, de las brujas o de satán, como sea el nombre en cualquier lugar del mundo, es un día o temporada dedicada a divertirse mencionando, replicando y hasta imitando al mal.
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La gran mayoría de las personas en ese día ‘tan especial’ y ‘anhelado’ se pasa de los sustos, al terror, acción que la mercadotecnia aprovecha para inflar los bolsillos de inversionistas ávidos de obtener ganancias de temporada. Caminando con mi familia, nos encontramos con un circo de terror, tan sólo mirar los anuncios y espectaculares, nos percatamos de lo que habría ahí.
Un circo donde los payasos son los personajes de las películas más terroríficas y no nombraré ninguno, porque seguro estoy que, muchas de esas imágenes resultarían ‘familiares’ para algunas personas que gustan del género de terror. El costo de las entradas era considerable y a simple vista se trataba de un lugar en el que los sobresaltos, sangre y sustos serían los ingredientes estelares en aquel circo tan sui generis.
El negocio del mal
Una vez más, el negocio del mal dejando enormes sumas de dinero, cobrar para sentir miedo, aprovechar la temporada para darle paso a la siguiente etapa: La Navidad (y eso será tema para otra reflexión). Nuestra sociedad no deja pasar ninguna etapa comercial, sin importar si se es o no coherente con sus valores; lo importante es vender, elevar las ganancias y así continuar en un mercado que sólo conoce un lenguaje: el dinero.
La brutalidad con la que se venden y desechan los objetos reflejan la esencia del pensamiento masivo, donde la diversión es más importante que cualquier cosa. Las justificaciones de quienes lo hacen son tan valiosas como de las que no lo hacemos, al final la ley de la oferta y la demanda es la que impera.
Así nos encontraremos con ‘fiestas de terror’, ‘hamburguesas tenebrosas’, platillos de comida traídos de ‘Transilvania’, cine de culto presentando exorcismos a diestra y siniestra, disfraces de zombies, en fin, la temporada marcará lo que a la gente le gusta y lo que compra.
El príncipe de la mentira
Cabe mencionar que muchas personas ni siquiera le darán el valor necesario para detenerse a pensar en el daño espiritual que se están haciendo, lo seguirán como la moda de la temporada y continuarán sus vidas como si nada hubiera pasado. Sin darse cuenta que el maligno quiere filtrarse en nuestras vidas, alejarnos del amor misericordioso de Dios y pensar que todo lo anterior no tiene nada que ver con nuestra fe.
Así trabaja el maligno, ignorando a Dios, haciéndonos pensar que no hay nada malo en hacer ciertas cosas, que nuestras creencias no deben verse afectadas. ¡Qué astucia del maligno! Por algo es el príncipe de la mentira.
A lo mejor no podremos detener la oleada de miedo y sustos que tanta diversión dan a una gran parte de la población, pero lo que sí podemos hacer es, reflexionar acerca de todo aquello que está a nuestro alrededor y decidir si queremos ser engañados y alejados por un momento de diversión o tendencia. Cada uno de nosotros tiene la libertad plena de sumarse o aislarse, recordemos que asustar y causar miedo también tienen enormes fines económicos.
“No negocian con el mal y andan solo en los caminos del Señor. Nos has ordenado que cumplamos cuidadosamente tus mandamientos. ¡Oh, cuánto deseo que mis acciones sean un vivo reflejo de tus decretos! Entonces no tendré vergüenza cuando compare mi vida con tus mandatos”. Salmos 119, 1-7.