La frase característica del pontificado de Juan Pablo II fue pronunciada durante la misa del 17 de octubre de 1978: “No tengan miedo, abran las puertas a Cristo”. Es que el temor es la sensación de no poder ver más allá en el horizonte oscuro del mal, la pérdida del sentido y, por tanto, la ausencia de la esperanza.
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Y aunque medios y extremistas insistan en posiciones antagónicas y bipolares, entre los papas y el contenido de sus mensajes, el asunto no es nada cierto, y el último libro publicado por Francisco, es muestra de ello.
La obra sale a la venta en el escenario pascual en el que “resuena el sonido siniestro de las bombas y de las explosiones devastantes” de la Semana Santa marcada por la invasión de Rusia en Ucrania.
El libro es una antología de comentarios, discursos, textos y frases del papa Bergoglio, sobre el tema de la guerra y la violencia, y la apuesta definitiva por la paz. En eso, Francisco es heredero del fecundo magisterio social; Juan XXIII con la ‘Pacem in terris’ (1963) terminó de consagrar la vocación irrevocable de la Iglesia en ser testigo y promotora de paz.
De allí que valga la pena resaltar algunas de las ideas que propone Francisco, en las que señala la causa originaria de la amenaza que ya no es un presupuesto alejado, pues dos meses después de la guerra en Ucrania, la violencia se hizo presente sin máscaras, en el escenario de las relaciones internacionales.
El depredador que muestra los dientes
Entre las críticas levantadas en el libro está el no poder vivir bajo la amenaza y el miedo de la guerra, en el lenguaje propio y particular de Francisco, por lo que se pregunta: “¿para qué sirve mostrar los dientes?”, en una alusión directa a la comunidad internacional y a los gobiernos que exhiben su armamento y fuerza militar como intimidación tácita, en la convivencia.
El papa va al fondo del asunto, “la buena política no puede venir del poder como dominio y supremacía , sino de una cultura del cuidado, cuidado de la persona y de su dignidad, cuidado de nuestra casa común”. No se puede erigir el mundo bajo la amenaza del mas fuerte sobre el débil, sería globalizar el sentimiento de miedo, por tanto, el terrorismo.
“El problema de base es el mismo: se continúa gobernando el mundo como una cacería, donde los poderosos estudian sus movimientos para extender el dominio y dañar a los otros”, dice Francisco. Esto solo provoca desconfianza, que se entrecruza con el miedo, y provoca respuestas y reacciones violentas.
“No podemos pretender mantener la estabilidad del mundo a través del miedo y la aniquilación, en un equilibrio inestable, que se sostiene sobre el borde del abismo nuclear y cerrado al interno de los muros de la indiferencia”, señala el papa. No es la furia prepotente de los que más tienen armas, sino la fuerza pacífica de los que tienen que seguir empeñados en sembrar el bien.
El camino es ético
La respuesta que propone el pontífice, en el libro, ya ha sido abordada y – en cierto modo es la intención original de este espacio-, “la exigencia de una ética de la solidaridad, que anima a los pueblos a operar juntos un mundo más seguro y en un futuro que sea radicado en valores morales y sobre la responsabilidad en una dimensión global”.
Para ello, la actitud que evoca Francisco es el diálogo, seres dialogantes, sobretodo los católicos y los líderes religiosos de otras confesiones, deben serlo: “artesanos de paz, uniendo y no dividiendo, extinguiendo el odio y no conservándolo, abriendo la vía del diálogo y no levantando nuevos muros”.
Todo lo que plantea el papa es una lógica diversa y única, genuina y auténticamente cristiana, pero, sobre todo, diplomática (no de poses), sino valiente y radical.
Libro: Francesco (2022). Contro la guerra, il coraggio di costruire la pace. Libreria Editrice Vaticana. Solferino. Citta del Vaticano, Millano Italia. (italiano).
Por Rixio Portillo. Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey