Con motivo de la cesión a Cataluña de las competencias en fronteras e inmigración, en la última entrega de este blog hablábamos de la disolución de matrimonios mixtos entre israelitas y mujeres extranjeras a la vuelta del destierro. Sin embargo, hay que reconocer que esa situación no representó la única postura en Israel a propósito de la relación con los extranjeros. De hecho, en la Escritura encontramos un libro –el de Rut– cuyo trasfondo es precisamente este; de hecho, su posición es radicalmente opuesta sobre el asunto.
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En efecto, el libro de Rut cuenta la historia de una familia israelita que tiene que emigrar de su pueblo, Belén, porque hay una gran hambruna. Así acaban en Moab, la nación vecina. Después de que los dos hijos de la familia se casen con mujeres extranjeras (moabitas), morirán, así como el padre. De modo que la madre –Noemí– acabará regresando a Judá junto con una de sus nueras, Rut.
Genealogía
Es interesante comprobar que en este libro bíblico jamás se discrimina a Rut por su origen moabita ni se habla mal de ella. Lo cual parecería violar la legislación del libro del Deuteronomio, que explícitamente se fija en los moabitas para repudiarlos: “No se admite a la asamblea del Señor ningún amonita ni moabita; ni siquiera en su décima generación serán admitidos a la asamblea del Señor. Porque no vinieron con pan y agua a vuestro encuentro en el camino, cuando salisteis de Egipto, y porque alquilaron a Balaán, hijo de Beor, de Petor, en Mesopotamia, para maldecirte. Pero el Señor, tu Dios, no quiso escuchar a Balaán; el Señor, tu Dios, cambió la maldición en bendición, porque te ama el Señor, tu Dios. No buscarás jamás su paz ni su bienestar mientras vivas. No considerarás abominable al edomita, porque es hermano tuyo. No considerarás abominable al egipcio, porque fuiste emigrante en su país. Sus descendientes en la tercera generación serán admitidos a la asamblea del Señor” (23,4-9).
Así pues, amonitas y moabitas deben ser considerados especialmente abominables para los israelitas. Sin embargo, el libro de Rut, tras las peripecias que suceden tras el regreso de Noemí y Rut a Belén, hace de la joven moabita nada menos que la bisabuela de David, el gran rey. De hecho, el libro de Rut concluye con esta pequeña genealogía: “Estos son los descendientes de Peres: Peres engendró a Jesrón; Jesrón a Ram; Ram a Aminadab; Aminadab a Najsón; Najsón a Salmá; Salmá a Booz; Booz a Obed [el hijo de Rut]; Obed a Jesé, y Jesé a David” (4,18-22). Los extranjeros, por el hecho de serlo, no tienen por qué ser una amenaza para la propia identidad.