La encíclica
Paso de la polémica española de la estampa de la vaquilla del ‘Grand Prix’ emulando al Sagrado Corazón de Jesús que sigue entreteniendo estos días a comentaristas, redes sociales o pronunciamientos de todo tipo –en esta página encontramos algunas noticias al respecto, aunque es imposible publicar las reacciones que se siguen produciendo incluso en algunas cabalgatas de Reyes Magos– para entrar en una advocación que con el tiempo ha ido dotándose de significados poliédricos. Como muestra solo hay que pensar en el grupo de cinco jóvenes de Acción Católica que fueron asesinados el 23 de julio de 1936 por defender el monumento al Sagrado Corazón en el Cerro de los Ángeles –decapitado y luego volado por los aires unos días después–.
- WHATSAPP: Sigue nuestro canal para recibir gratis la mejor información
- Regístrate en el boletín gratuito y recibe un avance de los contenidos
Pero este 2024 que ha concluido se han cumplido también 350 años de las apariciones del Sagrado Corazón a santa Margarita María de Alacoque en Paray-le-Monial, en la borgoña francesa. Con este motivo el papa Francisco publicó en octubre su cuarta encíclica que lleva por título ‘Dilexit nos’, es español ‘Él nos amó’ en la que aborda “el amor humano y divino del corazón de Jesucristo”. Del texto parece imprescindible el primer capítulo para entender la actualidad de esta devoción que, como dice el Papa, “no es el culto a un órgano separado de la persona de Jesús”. “Lo que contemplamos y adoramos es a Jesucristo entero, el Hijo de Dios hecho hombre, representado en una imagen suya donde está destacado su corazón”, añade.
A la par, explica que “la imagen de Cristo con su corazón, aunque de ninguna manera es objeto de adoración, no es una entre tantas otras que podríamos elegir”. “Mientras la Eucaristía es presencia real que se adora, en este caso se trata sólo de una imagen que, aunque esté bendecida, nos invita a ir más allá de ella, nos orienta a elevar nuestro propio corazón al de Cristo vivo y unirlo a él”, comparte. Y matiza: “La imagen venerada convoca, señala, transporta, para que dediquemos un tiempo al encuentro con Cristo y a su adoración, como nos parezca mejor imaginarlo”.
Releídas estas páginas desde algunas afirmaciones en torno a la estampa de las campanadas invitarían a muchos exámenes de conciencia. Pero yendo a lo esenciales, leemos en la encíclica, “sólo su amor hará posible una humanidad nueva”. Y es que, detecta el Papa, “anti-corazón es una sociedad cada vez más dominada por el narcisismo y la autorreferencia”, alerta. Más adelante, Francisco saca la cara por la devoción de la gente sencilla hacia el Sagrado Corazón de Jesús: “Ruego que nadie se burle de las expresiones de fervor creyente del santo pueblo fiel de Dios, que en su piedad popular intenta consolar a Cristo”. Desde esta perspectiva, invita “a cada uno a preguntarse si no hay más racionalidad, más verdad y más sabiduría en ciertas manifestaciones de ese amor que busca consolar al Señor que en los fríos, distantes, calculados y mínimos actos de amor de los que somos capaces aquellos que pretendemos poseer una fe más reflexiva, cultivada y madura”. Hay muchas más frases similares.
El templo
Pero esto son siempre se ha vivido así –ni se vive como vemos en estos primeros días de 2025 entre muchos ‘cristianos profesionales’–. Una muestra de la historia es una basílica dedicada al Sagrado Corazón que no es la original del convento de la santa en Paray-le-Monial. París, en Montmartre, con unas vistas envidiables, tiene su gran basílica fundada en 1875 dedicada al Sagrado Corazón que además es templo expiatorio y se la conoce como “Basílica del Voto Nacional” ya que surgió como proyecto de homenaje a los caídos en la Guerra franco-prusiana y como cortina de humo para olvidar la experiencia de la Comuna de París.
Estas connotaciones políticas con las que surge el templo en un tiempo en el que se quería recuperar determinado discurso moral frente a la fallida experiencia marxista, no quita en este sitio de Montmartre –literalmente ‘monte de los mártires’– se recordara el lugar donde fue decapitado en el siglo III el primer obispo parisino, san Denis. O que en este mismo monte decidieron en 1534, san Ignacio de Loyola y san Francisco Javier hacer sus votos.
La inauguración del templo, acabada la Gran Guerra, fue una gran fiesta, celebrada por las autoridades como ejemplo de “una laicidad a la francesa”. Si bien, esta iglesia en medio de la laica Francia y no muy lejos de los cabarets de gran tradición, no tiene para todos este talante por sus antecedentes históricos. La última gran polémica fue en 2022 cuando el templo fue declarado monumento histórico y los estudiosos de la Comuna pusieron el grito en el cielo mientras colectivos católicos recordaban que los partidarios de la experiencia colectivista tuvieron como rehenes fusilados al entonces arzobispo Darboy y a diez religiosos solo en los primeros compases de la Comuna. Para los críticos la basílica siempre representará el fanatismo y un “desprecio por las víctimas”. Desde luego, la resignificación no siempre es fácil. Pero, ¿es ese el corazón de Jesús?