Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Es la esperanza una moda del papa Francisco?


Compartir

La bula

“Además de alcanzar la esperanza que nos da la gracia de Dios, también estamos llamados a redescubrirla en los signos de los tiempos que el Señor nos ofrece. Como afirma el Concilio Vaticano II, «es deber permanente de la Iglesia escrutar a fondo los signos de la época e interpretarlos a la luz del Evangelio, de forma que, acomodándose a cada generación, pueda la Iglesia responder a los perennes interrogantes de la humanidad sobre el sentido de la vida presente y de la vida futura y sobre la mutua relación de ambas»” escribe en el número 7 el papa Francisco en la bula de convocatoria del Jubileo 2025.



En este mismo documento, en su párrafo final, el número 25, destaca el pontífice que “la imagen del ancla es sugestiva para comprender la estabilidad y la seguridad que poseemos si nos encomendamos al Señor Jesús, aun en medio de las aguas agitadas de la vida. Las tempestades nunca podrán prevalecer, porque estamos anclados en la esperanza de la gracia, que nos hace capaces de vivir en Cristo superando el pecado, el miedo y la muerte”. Una sugerente metáfora del mensaje de esperanza que necesita el tiempo presente. Pero esto no es nuevo.

Puerta Santa Papa Francisco

La catequesis

Entre las catequesis del papa Juan Pablo II, la del 18 de noviembre de 1998 –en plena preparación al Jubileo del 2000–, estuvo dedicada a los “Signos de Esperanza”. Ya en ‘Tertio millennio adveniente’ destacaba la necesidad de prestar atención a los “signos de esperanza presentes en este último fin de siglo, a pesar de las sombras que con frecuencia los esconden a nuestros ojos”, algo que aseguraba al final del siglo de las guerras mundiales.

Entre esos signos están el “progreso de la técnica” cuando busca la “promoción humana auténtica e integral”; o la protección del medio ambiente como “morada hospitalaria” en la que vivir. También apeló, como Francisco, a la paz como signo de futuro de la humanidad para lograr la “civilización del amor” reclamada por Pablo VI.

Una cosa

Más allá de los textos teológicos, hay reflexiones sugerentes sobre la esperanza como esta del escritor uruguayo Eduardo Galeano que en 1993 recogía en un artículo en el diario ‘La República’ de Montevideo una cita del libro ‘¿De qué hablamos cuando hablamos de Winnicott?’ de Adriana Anfusso y Verónica Indart.

“… para mí la esperanza es una cosa que tengo cuando me despierto, que pierdo en el desayuno, que recupero cuando recibo el sol en la calle y que después de caminar un rato se me vuelve a caer por algún agujero del bolsillo. Y me digo: ¿Dónde quedó la esperanza? Y la busco y no la encuentro. Y entonces, aguzando el oído, la escucho ahí, croando como un sapito minúsculo, llamándome desde los pastos.

La tengo, la vuelvo a perder. A veces duermo con ella y a veces duermo solo. Pero yo nunca tuve una esperanza de receta, comprada en una tienda de corte y confección, una esperanza dogmática. Es una esperanza viva y, por lo tanto, no sólo está a salvo de la duda, sino que se alimenta de la duda”.

Oracion Esperanza