¿Es necesario excomulgar? (I)


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Llevamos ya un tiempo en que las clarisas de Belorado ocupan su lugar en los noticieros y los programas de debate (casi siempre con un punto de exótico y curioso interés). Los sucesos parece que se precipitan en la dirección de la excomunión de la comunidad –o de algunos de sus miembros– y una expropiación del convento.



Aunque el término “excomunión” suena antiguo e intolerante, en realidad, es una medida que de suyo lo único que hace es certificar la ruptura de la comunión, cosa, por desgracia, no tan rara. En el Nuevo Testamento, por ejemplo, encontramos algún ejemplo de esta práctica.

En el evangelio de Juan hallamos en tres ocasiones el término ‘aposynagogos’, que es el que se emplea para la expulsión de la sinagoga o la excomunión. Así,  los padres de un ciego de nacimiento curado por Jesús “tenían miedo a los judíos: porque los judíos ya habían acordado excluir de la sinagoga a quien reconociera a Jesús por Mesías” (9,22); en el contexto de una de las subidas de Jesús a Jerusalén –que en el cuarto evangelio son tres–, “muchos de los [judíos] principales creyeron en él, pero, a causa de los fariseos, no lo confesaban públicamente para no ser expulsados de la sinagoga” (12,42); y en uno de los discursos después de la última cena dice Jesús: “Os he hablado de esto, para que no os escandalicéis. Os excomulgarán de la sinagoga; más aún, llegará incluso una hora cuando el que os dé muerte pensará que da culto a Dios” (16,1-2).

Ruptura entre cristianos y judíos

Asimismo, en el evangelio de Mateo hay algunos pasajes que se pueden entender en el contexto de una ruptura o excomunión de los cristianos de las sinagogas judías (“sus” o “vuestras” sinagogas): “Jesús recorría toda Galilea enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia en el pueblo” (4,23); “Jesús recorría todas las ciudades y aldeas, enseñando en sus sinagogas, proclamando el evangelio del reino y curando toda enfermedad y toda dolencia” (9,35); “¡Serpientes, raza de víboras! ¿Cómo escaparéis del juicio de la gehenna? Mirad, yo os envío profetas y sabios y escribas. A unos los mataréis y crucificaréis, a otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad” (23,33-34).

Todos estos ejemplos son muestra de la ruptura entre judíos y cristianos. Pero también dentro de la comunidad cristiana tuvo lugar ya desde antiguo la práctica de la excomunión. Pero eso lo dejamos para otro día.