El videojuego
Quienes pasamos parte del tiempo entre adolescentes o compartimos con unos cuantos las redes sociales –incluso de no tan adolescentes– vamos familiarizándonos con la expresión “Victoria magistral”, incluso con bailecito incluido. Es el Fortnite, un videojuego que apenas tiene dos años y que se adapta a múltiples dinámicas y plataformas. Una búsqueda entre los muchos youtubers del ramo da buena cuenta del éxito de esta propuesta lúdica en la que el objetivo es mantenerse como el único vivo (matando por ello a todos los demás). La cosa se pone interesante porque el resto del jugadores pueden ser otras personas conectadas al juego y no simple efectos sin ningún tipo de connotación.
Más allá del evidente mal gusto y la escasa nobleza del objetivo, el juego ha crecido muy rápidamente y con él los casos de adicción. Entre los más de 125 millones de jugadores conseguidos durante el primer año (datos de la empresa creadora, Epic Games, en junio pasado) han aparecido casos muy fuertes de obsesión por este juego. Si ya de por sí un 1% de los adolescentes, las adicciones a este juego parecen haber roto las estadísticas (incluyendo casos muy tempranos).
Las familias
Pero la cosa no queda ahí. Conocidos y difundidos los riesgos, un informático me hace llegar una noticia cuyo titular nos deja a cuadros: “Padres pagan a profesores de Fortnite para enseñar a jugar a sus hijos”. No contentos con foros ni tutoriales, en Estados Unidos pagan hasta 20 dólares a lo hora a jugadores expertos y así lo cuenta el ‘Wall Street Journal’–que no es poca cosa–. Los familiares argumentan esta inversión desde las presiones que sus hijos sufren en el colegio por quedarse atrás en la batalla virtual. Bajan las inscripciones al béisbol y suben las horas de teclado…
El ángelus
Por otro lado, ayer, tras el ángelus, el papa Francisco recordaba que la ONU ha señalado el 24 de enero como Día Internacional de la Educación para “poner de relieve y promover la función esencial de la educación en el desarrollo humano y social”. Pensando en políticos y educadores, mencionando expresamente la UNESCO pidió que la educación fuera “accesible a todos y que sea integral, libre de colonización ideológica”.
No es una denuncia nueva esta de la colonización en Francisco, que en su viaje a Filipinas, el 19 de enero de 2015 decía: “¿Por qué digo colonización ideológica? Porque toman, toman la necesidad de un pueblo o la oportunidad de entrar y hacerse fuertes, con libros de texto para niños. Pero esto no es una novedad. Lo mismo hicieron las dictaduras del siglo pasado. Entraron con su doctrina. Pensad en los Balilla (el movimiento juvenil de Mussolini en Italia), pensad en la Juventud Hitleriana”.
¿No serán estos videojuegos un colonización ideológica de libro?