La comisión
El pasado 7 de julio, la diócesis alemana de Tréveris reorganizó totalmente todo lo relativo a la causa de beatificación del fundador de la Familia de Schoenstatt, el sacerdote José Kentenich. Según informa a través de un comunicado difundido también a través del sitio web oficial de Schoenstatt, la diócesis en la que surgió este movimiento apostólico ha decidido crear un nuevo comité de historiadores para dicha causa tras la desclasificación de algunos documentos del Vaticano que dan cuenta de los abusos del proprio Kentenich con algunas religiosas de la familia carismática.
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El actual obispo de Tréveris, Stephan Ackermann, señala en el comunicado que “el proceso de beatificación del Padre José Kentenich fue abierto en la diócesis de Tréveris el 10 de febrero de 1975 por el obispo Dr. Bernhard Stein y aún no ha sido completado a nivel diocesano” aunque había concluido sus labores preliminares en 2007. Al respecto, el sacerdote Juan Pablo Catoggio, presidente de la Presidencia General de Schoenstatt, ha publicado una carta el pasado 8 de julio, en la que señala que “comprendemos que la Familia de Schoenstatt en todo el mundo aguarda de nosotros iniciativas que correspondan a las muchas preguntas justificadas, desconciertos y exigencias de transparencia”.
Ante esto, es consciente de que “con razón esperan ustedes que la historia del Padre Kentenich, la historia de Schoenstatt, la historia de las Hermanas se elabore de manera más abierta y más transparente y le sea comunicada a la Familia de Schoenstatt. Reconocemos que hemos retenido durante mucho tiempo algunas cosas en consideración y protección a personas y comunidades”, dijo. Con esta nueva actitud, asegura que “daremos los pasos necesarios para revisar el material de los archivos ahora accesibles” y asegura que “estamos convencidos de que este trabajo de clarificación en distintos planos pondrá la verdad a plena luz y, con ello, se posibilitará una interpretación objetiva y amplia de la persona, la forma de actuar y el carisma del Padre Kentenich”.
La investigación
Estas actuaciones, la renovación de la comisión diocesana y la investigación interna por parte de la Familia de Schoenstatt no viene por iniciativa interna, sino que se ha producido como consecuencia colateral de la nueva apertura de los archivos del Vaticano hasta el final del pontificado del papa Pío XII en 1958. Un paso que completa las aperturas parciales de la documentación referente a otros focos de interés del pontificado durante la II Guerra Mundial, especialmente con todo lo referido a la defensa y protección de los judíos.
Entre esta documentación, la teóloga italiana Alexandra von Teuffenbach, ha sacado a la luz un completo informe realizado por el teólogo jesuita Sebastian Tromp, quien como miembro de la Congregación para la Doctrina del Fe –entonces todavía con el nombre de Santo Oficio– realizó una visita apostólica por encargo de la Santa Sede. Esta documentación ha estado inédita hasta ahora y por tanto la comisión para la canonización nunca pudo acceder a ella. Ahora bien, tampoco nadie dentro de la organización de Schoenstatt pareció querer advertir nada aunque se tomaron determinadas medidas y los testigos de la investigación estaban localizados y eran, podríamos decir, accesibles.
En concreto –y sin entrar en el debate de lo que era tolerado por el contexto en el que se produjo la visita apostólica–, el informe dio por ciertas la denuncias de abusos de poder y sexual por parte de Kentenich. Tanto es así que el traslado del fundador a Milwaukee (Estados Unidos) fue una medida de castigo por los hechos ocurridos. Y allí permaneció hasta tres años antes de su muerte, cuando en 1965 el Vaticano le permitió volver a junto al pequeño santuario en el que se inició el movimiento apostólico Schoenstatt en Alemania.
Desde Schoenstatt, la religiosa, historiadora y biógrafa del fundador, M. Doria Schlickmann, ha respondido a algunas de las conclusiones del jesuita. Así, señala que “el padre Tromp puede no haber notado que su enfoque autoritario aterrorizó a algunas hermanas. Las hermanas no estaban acostumbradas a este estilo, el cual se contraponía totalmente con el que habían experimentado con el Padre Kentenich. El visitador también había sido influenciado negativamente de antemano contra el Padre Kentenich por algunas Hermanas de María, incluida nuestra primera Superiora General. Lo que el Padre Tromp no vio o no pudo ver fue que esta Superiora General, desde un principio vio al Fundador como una competencia. Ella reunió meticulosamente declaraciones negativas contra el Padre y Fundador y las envió al Visitador. Puede encontrar todo esto con más detalle en mi libro sobre la biografía del Padre”.
Y sobre la medida de enviar al fundador a Estados Unidos, el llamado ‘exilio’ dentro de las biografías internas, la historiadora señala que nunca el Vaticano ofrció ninguna razón concreta para dicho exilio. “Gradualmente, en los años siguientes, los rumores comenzaron a extenderse; más y más calumnias se hicieron audibles, mentiras fantasiosas que suponían que el fundador no tenía un buen comportamiento moral. Después de unos diez años en el exilio, el Padre Kentenich conocía todas estas acusaciones. Cuando pidió reiteradamente un juicio legal contra él para defenderse de las acusaciones y nuevas sospechas, fue interpretado como desobediencia. Es por eso que escribió una declaración detallada sobre sí mismo a principios de la década de 1960, la cual le fue devuelta sin leer. Él debía simplemente callar y llevar su cruz con paciencia. No se le dio ninguna oportunidad de defenderse”, cuenta.
El valle
Schoenstatt –literalmente hermoso lugar–es el nombre de un valle en el que se sitúa la aldea de Vallendar a pocos kilómetros de la ciudad de Coblenza. Allí los padres Palotinos (la Sociedad del Apostolado Católico) tenía un seminario al que llegó José Kentenich. Él junto con un grupo de seminaristas comenzó en 1914 un nuevo movimiento que ha heredado –y que nadie se enfade por esto– la estructura de la ‘familia’ impulsada por el sacerdote romano Vicente Pallotti.
Hoy, la institución se ve “como movimiento de renovación en la Iglesia Católica, Schoenstatt trabaja para ayudar a renovar la Iglesia y la sociedad en el espíritu del Evangelio. Busca reconectar la fe con la vida diaria, especialmente a través de un profundo amor a María, la Madre de Dios. Como movimiento internacional, está presente en todos los continentes y tiene miembros de todas las vocaciones y estilos de vida. Es una familia espiritual cuyas muchas ramas y comunidades se unen para formar una sola Familia de Schoenstatt”.
En su nombre está un pequeño santuario que se va replicando por todo el mundo con la devoción mariana de la Tres Veces Admirable. Su compromiso se plasma en diferentes ramas de sacerdotes, consagradas –como es el caso del instituto secular de las Hermanas de María, donde se habrían producido los abusos– o familias. ¿Conseguirá ahora el carisma sobrevivir a este fundador? La memoria colectiva mandará a Kentenich ¿al cielo o al infierno de los olvidos?