El papa Francisco rezaba en el ángelus de ayer por las víctimas que están dejando las fuertes lluvias en varias regiones de Brasil en las últimas semanas. Hace unos días en su audiencia de los miércoles reclamaba que se acabasen los trabajos en negro o en la Misa del Gallo lamentaba las muertes por accidentes laborales. Para los mismos que critican que el Papa escriba una encíclica sobre la ecología o haga algunos llamamientos sobre el acceso universal a la vacunas, este pontífice se ‘entretiene’ en estas cuestiones banales mientras olvida su misión de “confirmar a los hermanos en la fe”.
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Llama la atención que esta visión parcial no solo alcanza a quienes ven la información religiosa de lejos. Significativos movimientos cristianos –críticos con el pontífice– prefieren caricaturizar a un Papa globalista o simpatizante de determinadas propuestas políticas, cuando ha potenciado a la vez diferentes propuestas que podríamos considerar clásicas en la Iglesia. Por ejemplo, es inequívoca su posición contra el aborto, aconseja a los jóvenes rezar el rosario o convoca un año dedicado a san José…
La evangelización
Pero más allá de esta tensión entre la visión más tradicional u otra más social; puede que se escondan diferentes formas de entender el compromiso que reclama la fe cristiana. La misión de la Iglesia es la evangelización y, mirando el evangelio, esta se desarrolla extendiendo el reino. Es el ejemplo y el mandado que nos deja Jesús. Por eso llama la atención que haya quien separe la dimensión profética de la Iglesia con su tarea de anunciar a quien es el Camino, la Verdad y la Vida.
Este trasfondo se refleja muy bien en la exhortación ‘Evangeli Gaudium’, auténtica hoja de ruta del papa Francisco sobre la evangelización en el mundo actual. “La alegría del Evangelio llena el corazón y la vida entera de los que se encuentran con Jesús. Quienes se dejan salvar por Él son liberados del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento. Con Jesucristo siempre nace y renace la alegría. En esta Exhortación quiero dirigirme a los fieles cristianos para invitarlos a una nueva etapa evangelizadora marcada por esa alegría, e indicar caminos para la marcha de la Iglesia en los próximos años”, escribe el Papa al inicio de la exhortación. Entender que luchas por el cuidado de la casa común, la fraternidad universal o la dignidad de la persona también en el trabajo está fuera de este horizonte parece solo fruto de una ceguera interior. Y lo peor es que en determinados ámbitos esta es, seguramente, intencionada.