Flor María Ramírez
Licenciada en Relaciones Internacionales por el Colegio de México

Escuela e infancia a cuestas con el Covid-19


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Hace unos días recibimos la cifra devastadora que hasta el 30 de abril en México 131,325 niñas y niños habían perdido a su madre o padre, y en el caso de 32 menores a ambos. [1] India y Estados Unidos están todavía por debajo de los números de nuestro país. Estas cifras no deben pasar desapercibidas porque son una muestra de las afectaciones que la pandemia dejará a toda una generación de niñas  y niños en edad escolar.



Muchos son los otros efectos colaterales de niñas, niños y adolescentes a raíz de la pandemia. Conforme se publican diversos estudios nos damos cuentan que el confinamiento ha terminado por incrementar los índices de violencia intrafamiliar y el bienestar socioemocional de los hogares, afectando considerablemente a niñas, niños y adolescentes.

En América Latina según la CEPAL y UNICEF, la actual crisis ha exacerbado los factores de riesgo y deteriorado los factores de protección de manera que, en las condiciones actuales, las niñas, niños y adolescentes de la región están más expuestos que nunca a ser víctimas de violencia física o psicológica grave (como, por ejemplo, el uso del castigo físico y humillante como práctica de crianza), negligencia, violencia sexual y violencia en línea. Por ejemplo con el confinamiento, estos pasan una cantidad de tiempo considerable en los entornos digitales para estudiar, socializar y jugar. Este tiempo en línea aumenta su exposición a personas que puedan abusar de ellos por Internet. [2]

El panorama es desafiante e interpela nuestro rol como madres, padres, cuidadores; cimbra nuestros hábitos familiares; reconfigura nuestros entornos comunitarios. En muchos contextos, se esperaba que el confinamiento durara poco tiempo, pero a medida que lo “temporal” se convirtió en “permanente por ahora”, cambiaron las reacciones de los padres, madres y cuidadores ante el aumento de sus responsabilidades.

Brasil Clases EFE

Sin duda los docentes se las ingeniaban para preparar la clase online en una carrera acelerada por adquirir nuevas habilidades digitales. Ha habido una notable innovación y esfuerzo en la respuesta de una abrumadora mayoría de docentes a la crisis por Covid-19. Si bien mucho del aprendizaje ha logrado llevarse a cabo usando las plataformas digitales, las casas se convirtieron en salones de tareas. Y como probablemente lo seguirán siendo, necesitan presencia, alguien que motive, que explique que apoye a resolver. Ha sido un año a cuestas, con luces y sombras de las cuales deberíamos aprender.

El papa Francisco, desde su pontificado ofrece una lectura de la realidad que nos constata la pandemia. Hoy está en crisis, lo que ha llamado el pacto educativo. “El pacto educativo que se da entre la familia, la escuela, la patria y el mundo, la cultura y las culturas. Está roto, y muy roto; y no se puede pegar o recomponer. No se puede zurcir, sino a través de un renovado esfuerzo de generosidad y acuerdo universal. El pacto educativo roto significa que sea la sociedad, sea la familia, sean las distintas instituciones que están llamadas a educar delegan la decisiva tarea educacional a otros, evadiendo así la responsabilidad las diversas instituciones básicas y los mismos estados que hayan claudicado de este pacto educativo”. (Discurso en el Seminario de Educación: El Pacto Mundial, 07/02/20).

Hay dos cosas que deben considerarse, muy seguramente “la escuela- cuando abra- ya no volverá a ser la misma” y seguirá siendo co-responsable de educar junto con la familia como núcleo primario de socialización y escuela para la vida. Hoy más que nunca las familias están llamadas a tomar acción al respecto, porque su rol seguirá siendo clave.

Como sociedad, no debemos olvidar que las decisiones que se tomen hoy en el contexto de Covid-19 tendrán consecuencias a largo plazo para el futuro de la educación y las generaciones venideras, muchas de estas decisiones representan un alto riesgo, lamentablemente la experiencia nos dice que el riesgo 0 no, existe. Estas decisiones deben guiarse por principios compartidos y visiones de futuros colectivos deseables.

Covid-19 ha revelado vulnerabilidades; también ha aflorado una extraordinaria inventiva y potencial humano. Nos ha dicho el papa Francisco “En la historia hay momentos en los que es necesario tomar decisiones fundamentales, que no sólo dan una impronta a nuestra forma de vida, sino sobre todo una determinada posición ante posibles escenarios futuros”. (Videomensaje en el encuentro Global Compact on Education, 15/10/20). Es nuestro momento de decidir con visión.

 

[1] Global minimum estimated of children affected by COVID-19 associated orphanhoof and deaths of caregivers a modelling Study, The lancet, July 2021

[2] CEPAL- UNICEF,  Violencia contra niñas, niños y adolescentes en tiempos de COVID-19.