Rixio Portillo
Profesor e investigador de la Universidad de Monterrey

Esperanza, la autobiografía del papa Francisco


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El estado de salud del papa Francisco ha sido noticia en los últimos días, y más que despertar la curiosidad por la normalidad del cuadro clínico de un anciano de 88 años, valdría la pena hacer algunos comentarios sobre su biografía publicada recientemente.



Las ideas del texto originariamente son del papa Francisco, pero la edición y corrección de estilo son de Carlo Musso, lo cual se hace evidente en muchas partes al no tener la huella de Bergoglio en su forma y estilo, sin embargo, es posible leerlo para acercarse más al pontífice.

Algunas críticas del libro han girado sobre lo reactivo del texto para justificar las decisiones del Papa, aunque sus intenciones ya son bien conocidas, llevar a cabo las tareas que emergieron del cónclave del año 2013, obviamente desde la particular personalidad de quien resultó elegido.

En la contemporaneidad no hay referencia a un libro autobiográfico de un Papa; al menos durante los años de servicio en el solio de Pedro. Las biografías de algunos antecesores de Francisco no abordan ese período.

Sin embargo, el libro Esperanza tiene un hilo conductor, una confesión identitaria del pontífice, un sello que configura los rasgos de esa personalidad, de su autoconcepto y por tanto, del ser mismo del Papa y como éste se percibe.

Papa Francisco Escribiendo

Yo pecador

Las frases: yo pecador, pecado, arrepentimiento, misericordia, confesión, son aspectos que merecen ser destacados. A manera de síntesis: siete veces afirma haberse confesado; siendo la confesión del 21 de septiembre de 1953, la fundamental para la llamada sacerdotal; y seis veces se auto define como pecador, incluso negando verse como un jefe de Estado.

Esto revela en un sentido serio y ponderado la virtud de la humildad del papa argentino, pero también una recta conciencia cristiana. Pequeño, humilde ante Dios. Nada más ortodoxo que esta confesión.

Francisco en el libro habla con naturalidad del sacramento de la penitencia, a pesar de que éste ha sido fuertemente desvalorizado por el relativismo, y muchos católicos se han concentrado en lo externo de la Eucaristía, no obstante con esa cotidianidad del Papa en el confesionario se hace evidente que es un hombre que peca, pero además que es un cristiano que se confiesa y no teme mostrarse como mendigo de la misericordia de Dios.

Dónde abundó el pecado, sobreabundó la gracia

Ante una supuesta laxitud moral en el Papa, el libro demuestra todo lo contrario, Francisco cree en la misericordia porque ha sido él mismo alcanzado por esa misericordia.

“Soy un pecador. Esta es mi definición más exacta. Y no es una forma de hablar ni un artificio dialéctico, una figura retórica o una pose teatral. (…) Soy un pecador al que el Señor dirigió su misericordiosa mirada (…) Dios me ha mirado con misericordia y me ha perdonado. Aun cometo errores y pecados, me confieso cada quince o veinte días. Me confieso porque necesito sentir la misericordia de Dios sobre mí”, dice en el libro.

Sobre su lema episcopal y papal “miserando atque eligendo”, inspirado en un texto de San Beda el venerable, a partir de la vocación de Maeto, el Papa se refiere: “Me di cuenta de que el Señor me había modelado artesanalmente con su misericordia”.

Por eso, ya próximos para iniciar la Cuaresma jubilar y con un papa hospitalizado, que vive y carga con el peso de su humanidad en la salud precaria, finita, débil, vulnerable, no solo rezar por él, cosa que siempre nos pide, sino mirar la profundidad de su fe sencilla en el perdón, la reconciliación, la confesión, la contrición, la salvación, y la misericordia. En esto no debería tener opositores.


Por Rixio Gerardo Portillo R. Profesor e investigador en la Universidad de Monterrey.

Foto: Vatican News.