Nuestro mundo tiene sed de silencio, meditación y profundización. Desde que comenzó la pandemia, unas quince mil personas se apuntan cada día a una de las más célebres aplicaciones de meditación.
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Ofrecen miles de meditaciones de concienciación, pacificación, autoestima, percepción aumentada o positivización. Insight Timer tiene, además, una red social para que los participantes puedan dialogar sobre sus experiencias. El tiempo es flexible: de treinta segundos a treinta minutos. Usan sonidos relajantes, visualizaciones y proponen actividades sencillas.
El objetivo es mejorar la salud. Algunas registran tus estadísticas de uso y te envían mensajes para que recuerdes meditar.
La expansión es enorme. La app ‘Petit BamBou’ tiene un anuncio diario en horario de máxima audiencia en una de las principales cadenas de radio españolas. Costó treinta mil euros crearla y, con una cuota anual de 50 euros, ya supera los cuatro millones de usuarios. Sus creadores observaron que sus “amigos y familiares sufrían a pesar de que aparentemente disponían de todo para ser felices”.
Cuidar la interioridad
Decidieron crear una app “simple, laica, práctica y efectiva para mejorar el bienestar mental”, con meditaciones guiadas de diez minutos creadas por psicólogos, psiquiatras e instructores de mindfulness. Tratan temas como el perdón, las emociones, el duelo, la alegría en el trabajo… y hasta disponen de una potente sección infantil.
En general, favorecen vivir más sanamente, inician en un camino de escucha, conciencian sobre cuidar la interioridad. Es un signo interpelante de los tiempos y llama a la creatividad. La gente no cesa de buscar espiritualidad. El asunto es si se está donde está la gente.