Redactor de Vida Nueva Digital y de la revista Vida Nueva

¿Por qué Francisco ha tenido que posponer su viaje a la India?


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La historia

Fue la noche del 14 de agosto de 1947, por lo tanto hace ahora 70 años, concretamente doce minutos antes de la medianoche, así lo establecieron los astrólogos, cuando nacía una India libre del dominio británico, constituida por una población de mayoría hindú y sij. A la vez, las zonas de mayoría musulmana, se separaban creando un nuevo estado: Pakistán, que en urdu significa “tierra de pureza”.

Muchos son los que han acercado el relato de la creación de la India moderna a la mentalidad occidentales. Es el caso de la novela Hijos de la medianoche (1980), ejemplo de realismo mágico al estilo indio del novelista Salman Rushdie. Puede que más conocida sea la obra de Dominique Lapierre y Larry Collins, Esta noche la libertad (1975), que hace un mes estrenaba versión cinematográfica en España como El último virrey de la India (Viceroy’sHouse, 2017).

El paso histórico de superación del colonialismo no esconde el hecho de la división del país, el enfrentamiento continuado o los graves problemas sociales del subcontinente indio. Una división generada, en la raíz, por las diferencias religiosas entre musulmanes, hindúes y los seguidores del sijismo. “Al sonar la medianoche, cuando el mundo duerme, la India despierta a la vida y a la libertad”, dijo Nehru aquel día en su discurso de independencia. En Pakistán, el presidente Alí Jinnah también prometió el fin de las rivalidades religiosas en un corto espacio de tiempo.

Quizá esa medianoche, Ghandi fue de los pocos que decidió dormir, en lugar de acudir a las celebraciones organizadas. Era consciente de que la utopía de una India unida se había cerrado para siempre en falso con la construcción de dos países artificiales que no habían podido superar las divisiones entre los suyos y habían renunciaban a un entendimiento común. Aquella pesadilla sigue siendo aún premonitoria de una realidad compleja.

La minoría

En un país tan grande como emergente, a pesar de la fuerte presencia inglesa de la colonización, el cristianismo era y es una minoría en el país. Los cristianos apenas son 28 millones en un país con 200 millones de habitantes. La fuerza de testimonios como el de la Madre Teresa de Calcuta o, más recientemente, el de la religiosa y médico Ruth Pfau –fallecida el 10 de agosto y conocida como la Madre Teresa de Pakistán, país que le ha tributado un funeral de Estado–, no ocultan las continuas persecuciones a una religión en la que el 80% de sus miembros pertenecen a la casta inferior.

En este sentido, las cosas no parecen mejorar últimamente. Son varios los informes que señalan cómo han crecido las persecuciones entre cristianos en diferentes regiones indias. Pensemos en la difícil mediación por la liberación del salesiano indio Tom Uzhunnalil, secuestrado en Yemen por terroristas islámicos en marzo de 2016.

Y eso que la tradición cristiana que entronca con la predicación del apóstol Tomás en el siglo I, su tumba se venera aún hoy en la ciudad de Chennai. La basílica del BomJesus de Goa conserva los restos de san Francisco Javier, el jesuita misionero que ha protagonizado otras de las grandes páginas del cristianismo indio. Diferentes tradiciones orientales católicas, ortodoxas y vestigios del protestantismo y de la Iglesia anglicana inglesa también han dejado su huella en la historia del subcontinente… pero nada hace paliar las tensiones que el gobierno y la sociedad siguen poniendo a la Iglesia y a los misioneros. Las mismas tensiones que hacen que el gobierno remolonee de cara a un visita papal y que Francisco haya tenido que desistir de su visita, prevista para este año y pospuesta sine die.

Frente a esta negativa, llama la atención que el Papa pueda volver por tercera vez a Asia, a dos países de mayoría musulmana como son Bangladesh y Birmania. Dos países que, durante unos días de noviembre, serán para los medios occidentales algo parecido a lo que fue, hace 70 años ya, la India y Pakistán en aquella medianoche de agosto.